Un jardín es mucho más que un jardín
Hace varios años en el Jardín Botánico de Caracas –JBC– conocí una de las palmeras más bellas del mundo, la palma de Ceilán. Una especie proveniente del sur de la India y la isla de Ceilán (Sri Lanka) que los botánicos denominaron Corypha umbraculifera.
Además de su belleza y porte extraordinario, tiene una característica excepcional: sólo florece una sola vez en su vida. Al alcanzar una edad entre los 40 y 80 años produce una enorme inflorescencia en forma de paraguas. Luego de la floración y fructificación la planta muere.
En el año 2003, la que estaba sembrada en el JBC floreció. Mucha gente enmudeció de asombro y fascinación por el extraordinario espectáculo visible incluso desde fuera del jardín.
Eso ocurrió en uno de los sitios más bellos de Caracas, uno de esos tesoros urbanos que la mayoría de los caraqueños desconoce.
Pocos también saben que dentro del Jardín se encuentra la sede de la Fundación Instituto Botánico de Venezuela Tobías Lasser, institución dirigida al estudio de la diversidad de la vida vegetal de Venezuela. Allí se encuentra depositada la mayor colección de muestras de plantas de todo el país. Colección necesaria para investigar y aprovechar el mayor tesoro de Venezuela: su riqueza natural.
Pero sobre todo un sitio donde se incuba el futuro del país.
¿Qué tiene que ver el futuro con coleccionar paja seca?
La mayoría somos conscientes que la dependencia del petróleo ha sido uno de los mayores males de Venezuela. Asimismo que en la actualidad los combustibles fósiles están dejando de ser los motores de la economía global y que por ello muchos países se están preparando para dejar de depender de esos combustibles para cubrir sus necesidades de energía.
Y entonces, qué va a ocurrir en Venezuela cuando el petróleo pierda gran parte de los mercados actuales por razones ambientales, así como económicas y políticas.
Venezuela deberá realizar una transición hacia una economía post-petrolera. Es decir a una economía donde existan fuentes de divisas, trabajo y prosperidad que surjan de actividades distintas a la explotación de los combustibles fósiles.
Somos un país rico en biodiversidad. En nuestro territorio existen organismos vivos, paisajes y ecosistemas capaces de sustentar nuestra economía y desarrollo humano.
Las opciones son muchas: Turismo sustentable; nuevos rubros alimenticios, farmacológicos e industriales; producción limpia de energía y muchas posibilidades más. Además bosques ricos, mares sanos y ciudades verdes, serán nuestra primera línea de protección contra amenazas tales como el cambio climático, las epidemias globales y el hambre.
Por ello, algunas de las profesiones y oficios más importantes del futuro en Venezuela estarán relacionadas con la biodiversidad. Los que la conozcan, estudien y sepan aplicar ese conocimiento estarán en la vanguardia de la transformación del país.
Es por eso que el Instituto Botánico y las personas que allí trabajan son parte de nuestra apuesta al futuro.
Pero todo ese potencial está a punto de perderse.
Una catástrofe continuada
El Instituto Botánico y el JBC están siendo sometidos a un ataque sistemático y criminal.
A sus dificultades crónicas de falta de presupuesto y problemas laborales, se unió un proceso continuo de saqueo que parece estar dirigido a su desmantelamiento final.
Foto tomada de El Universal |
Las causas de la devastación son múltiples y conocidas. Entre otras: el odio e irrespeto a toda institución productora de conocimiento, el hampa impune y apoyada y la total negligencia e indiferencia de unas autoridades que abandonaron la institución a las fuerzas de la destrucción.
Trabajar en esas condiciones parece prácticamente imposible. No existen condiciones mínimas de trabajo y la motivación y ánimo del personal es continuamente devastado por el efecto pernicioso de una destrucción sólo comparable con las consecuencias de una guerra.
A pesar de todo ello, tal como esas plantas que se empeñan en crecer en sitios insólitos, un grupo de
trabajadores aún siguen tratando de parar el derrumbe de la institución.
Hay muchas formas de hacer resistencia ante la destrucción de nuestro país. Esta es de las más heroicas que he visto.
El desierto puede florecer
El desierto de Atacama en Chile, es el más seco del mundo. Allí la vida debe ser muy dura para poder adaptarse a esas condiciones extremas. Cada cierta cantidad de años, ocurren lluvias importantes en la región y el desierto se cubre de flores. Es un espectáculo extraordinario.
Imagen tomada de ABC Color |
Por ello, desde hace más de un mes decenas de voluntarios se reúnen todos los sábados en el Jardín Botánico de Caracas para ayudar con su limpieza y mantenimiento.
Asimismo, varios comunicadores sociales han dado a conocer y denunciar la situación del JBC.
Recientemente, me reuní con un grupo del personal de la Fundación Instituto Botánico de Venezuela. Estoy ayudando a tender un puente entre venezolanos en todas partes del mundo que quieren apoyar al país y una institución que necesita urgentemente todo apoyo y solidaridad.
Foto tomada de El Universal |
principalmente hablamos de esperanza. Queremos prender una pequeña luz en el medio de la oscuridad.
Se necesita de mucha más ayuda. Se requiere de gente con ideas y ganas de ponerlas a funcionar. Pero principalmente de personas que crean que nuestro país y nuestra ciudad merecen un espacio como el JBC donde florezca el país y fructifique el conocimiento necesario para reconstruir la Venezuela que necesitamos.
Incorpórate
Si usted desea apoyar al JBC con las jornadas de mantenimiento, por favor contacte con la Lic. Yaroslavi Espinoza <yespinoz04@gmail.com>. Se necesitan muchas manos, herramientas de jardinería y ganas de trabajar.
Si además quiere apoyar con ideas para rescatar nuestro potencial como país sustentable, por favor escriba a la Dra. Ana Herrera <instituto.jardin@gmail.com> Necesitamos gente con propuestas concretas sobre como montar un esquema de captación rápida de fondos mediante el apoyo de mucha gente (crowdfunding) y una estrategia de largo plazo para la sustentación de la institución.
Muchas gracias de antemano. Estoy seguro que la Palma de Ceilán que sembraron al lado de la anterior, un día florecerá y será un regalo para todos.