Imagen tomada de http://www.el-nacional.com/ Foto Raúl Romero |
Hace varias décadas atrás los árboles en las ciudades estaban asociados al ornato público. Es decir a la idea estética de desarrollar áreas de las ciudades que fueran hermosas y atractivas para los habitantes y turistas. Esa visión "decorativa" ignoraba el valor de los árboles para aumentar la calidad de vida de los pobladores de las ciudades y además era profundamente injusta, ya que presuponía "ornamentar" las partes más turísticas o de mayor valor económico, mientras se "olvidaba" hacer lo mismo en áreas donde vivía la población de menores recursos económicos.
Por otra parte, desde hace bastantes años se comprende que los árboles en las ciudades tienen funciones extraordinariamente importantes para la salud humana y el ecosistema urbano donde vivimos.
A pesar de ello, todavía existen personas y grupos que entienden a los árboles en las ciudades como meros objetos decorativos o "mobiliario", que puede ser eliminado de cualquier sitio donde "estorbe" al desarrollo de los proyectos de construcción de edificaciones y vías.
Infortunadamente esta visión continua y se hace presente en nuestras ciudades venezolanas donde habitantes y gobiernos mantienen una guerra contra los pocos árboles que van quedando en sus parques, avenidas y jardines.
Para intentar entender la situación actual, vamos a revisar tres artículos publicados recientemente en medios de comunicación nacionales y que nos presentan diversas miradas de la realidad de los árboles en nuestras ciudades, desde lo cultural, hasta lo ambiental, para caer finalmente en la descripción de la realidad actual. Esta última que intenta revivir los mejores años de la Venezuela del "Bulldozer" de Pérez Jiménez, o la "terrofagia" urbana de los años post-dictadura. Pero ya lo dijo en alguna ocasión Karl Marx: "La historia se repite dos veces, la primera como tragedia, la segunda como farsa".
El primero es un artículo del periodista y activista de nuestra ciudad: Cheo Carvajal que nos habla de nuestra relación conflictiva entre el amor por el automovil y la necesidad de una ciudad más humana.
Carros y árboles, relación inversamente proporcional
Cheo Carvajal. 4 de marzo de 2015 en Contrapunto.com
Al menos acá en Caracas y en muchas ciudades de Venezuela hasta ahora ha funcionado así: mientras más carros le inyectamos, menos árboles vemos. Aritmética en la que la adición de carros opera en automático como sustracción de vegetación urbana. Esto es visible en las aceras de la avenida Miguel Ángel de Colinas de Bello Monte y aledañas, repletas de vehículos que invaden las aceras, en las que progresivamente han desaparecido decenas de árboles. Se ve con la aparición de puentes para vehículos a motor, donde han desaparecido decenas de árboles. Frente a los comercios que, burlándose de la ley, eliminan árboles para utilizar los retiros como estacionamientos ilegales.
Y también lo hemos visto en la ampliación de la autopista Francisco Fajardo, que recién inaugura otro frente de obras en el distribuidor La Araña. ¿Cómo arranca esta nueva ampliación? Igual que las anteriores: arrasando con los árboles presentes. El espectáculo de las máquinas deja la escena devastada, lista para una rueda de prensa donde el ministro habla de kilómetros de nuevas vías y de un inauditable ahorro en los tiempos de viaje.
Ya en esta autopista han arrasado árboles por Petare, Boleíta, Los Dos Caminos, Santa Cecilia, La Floresta, Altamira. Ahora toca en el distribuidor La Araña, y la promesa de ampliaciones no cesa, aunque en ciertas horas igual ya se llenan de vehículos. Un nuevo canal que funciona más como tentación de conducir que como solución al congestionamiento. Quizá el inminente incremento de la gasolina contribuya a bajar la presencia de vehículos en las vías, pero los índices de inflación lograrán que ese aumento pronto se convierta en centavos.
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También recomiendo de este mismo autor este excelente artículo: "La ideología del asfalto o los árboles bisagra"
El segundo es un artículo del ingeniero y comunicador Sergio Antillano nos reseña como los árboles en nuestras ciudades son fuente de belleza y salud, a la vez que son víctimas de nuestra incapacidad de defender nuestro entorno y nuestra ciudad.
Sergio Antillano, 16 de marzo de 2015 en El Nacional
Los araguaneyes diseminados a lo largo del valle de Caracas, están en flor. Resaltan y atraen la mirada con su amarillo que contrasta con la gama de grises del cemento armado que prevalece en la caótica ciudad. Las flores caídas de este árbol emblemático, hacen alfombras sobre el negro asfalto. En todos lados salta un árbol araguaney en flor; al recorrer la Cota Mil; entre los verdes del campo de golf del Country Club; en las laderas del cerro en Petare; en calles de la urbanización Miranda y aceras de Terrazas del Ávila. El intenso amarillo de un frondoso araguaney, reúne admiración en una calle de los Palos Grandes y sus fotos circulan en Twitter. Los vemos en el jardín Botánico, o en La Castellana; alegrando el paisaje en San Agustín y haciéndose notar en La Florida, Las Palmas, San Bernardino, Coche, o las Flores de Catia. Hay varios en San Martín, y uno de espectacular dimensión por San José. En toda la capital, esta especie resiste la violencia y el tedio de una ciudad hostil a sus habitantes, incluidos los árboles.
El araguaney florecido intenta quizás recordarnos la belleza, apenas uno de los variados beneficios que los árboles nos brindan con infinita generosidad.
En Caracas, la gente sufre y a veces se queja del incremento del calor, de la contaminación del aire, de la ausencia de sombra, y del despótico reinado del automóvil que determina y rige la vida contaminada de una ciudad incaminable, por falta de aceras y sombra pero abundante delincuencia.
A pesar de estar azotados por el sol y el concreto armado, muchos parecen no entender que los árboles –estando en pie- aportan a la calidad del aire, a un microclima agradable, a la posibilidad de caminar gratamente la ciudad o esperar en la sombra el autobús. Los árboles cuando están vivos, dinamizan y embellecen el paisaje, y muchas especies producen alimento… si nos remitimos a sus beneficios con visión exclusivamente homocentrista.
Pero los árboles ayudan no sólo a las personas. Esta vegetación alta, de múltiples especies, dimensiones y frondosidad, son fundamentales para la ecología del espacio urbano como zona de vida. Son hábitat, fuente de alimento de numerosas especies de otras plantas, de hongos, de insectos, de aves, y mamíferos. Cuando muere un árbol, muere un mundo.
A pesar de ello, se ha vuelto usual en Caracas, la tala indiscriminada de árboles. La poda innecesaria y brutal. La razia impune contra la sombra. A veces casi sin que nos demos cuenta, desaparecen árboles que estábamos acostumbrados a ver y disfrutar en el paisaje, aquí y allá.
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Vía Caricuao-La Rinconada arrasa parte de un parque
Emily Avendaño 15 de marzo de 2015 en El Nacional
Los habitantes de la zona temen el impacto que tendrá en la parroquia, declarada ecológica en 2009, la construcción que comenzó hace un mes.
Pocos saben con certeza lo que sucede en Caricuao. La única certidumbre está a la vista: rasgaron la montaña del parque recreacional metropolitano Vicente Emilio Sojo. El polvillo sustituyó al verde y el hábitat de venados, guacamayas, loros, cachicamos, culebras, entre otros, fue afectado.
Algunos vecinos creen que la deforestación en el área, ubicada en el sector La Hacienda de Caricuao –entre la UD5 y la UD6– obedece a trabajos del Metro de Caracas. Las dudas se despejaron hace tres semanas, cuando los responsables de la obra, identificados como Consorcio Circunvalación del Sur, reunieron a varios habitantes de la parroquia y les informaron que el boquete en la montaña será el punto de llegada de un túnel que conectará a Caricuao con La Rinconada.
El Concejo Municipal de Libertador nombró el 8 de septiembre de 2009, por unanimidad, a Caricuao como parroquia ecológica –única en Suramérica con ese estatus–. Fernando Canelón, uno de los activistas de la zona, aseguró que lo hecho en el parque pone en entredicho esa declaratoria. "Hubo pérdida total de la vegetación y también está amenazado el parque Leonardo Ruiz Pineda. Los ambientalistas tenemos tiempo alertando. Incluso enviamos una carta al ministro de Transporte Haiman El Troudi, en 2013, manifestando nuestra preocupación".
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P.S. En las redes sociales corre recientemente que el alias por el que es conocido el ministro de Transporte es "el leñador". Esto debido a la extensa deforestación a la que está sometiendo a Caracas en sacrificio a los dioses "automóvil" y "contrato". Esto ocurre a la vez que el silencio se hace escandaloso por la ausencia de una reacción honesta de parte de los compañeros ecosocialistas que el año pasado acusaron a una parte de la población venezolana como "ecocida".
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