El siguiente artículo fue publicado el pasado día de abril en el número conmemorativo del 42º aniversario de la revista Zeta. Agradezco profundamente a este medio de comunicación por haber tenido la oportunidad de participar en su celebración, a la vez que felicito a todo su equipo en este nuevo aniversario.
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Actualmente tenemos dificultades muy importantes que nos ocupan casi todas nuestras energías. Pareciera que tratar de incluir otras más suena excesivo y hasta poco solidario con muchas personas que ya están abrumadas con las que perciben en su vida diaria.
Algunos pueden llegar a pensar que sólo los países que han
resuelto la mayor parte de sus problemas materiales: hambre, pobreza,
inestabilidad económica, etc. pueden comenzar a preocuparse por los temas ambientales
que a veces suenan más a estéticos que a verdaderamente esenciales para el
desarrollo nacional.
Estas percepciones no son elucubraciones sin fundamento. Cuando se le preguntan a los habitantes de
Venezuela sobre cuáles son los principales problemas que los aquejan,
invariablemente aparecen temas como la inseguridad, el alto costo de la vida y
el desabastecimiento de bienes de primera necesidad.
A pesar de ello, en los últimos tiempos algunas encuestas observan
que la escasez de agua está emergiendo como problema importante de la población.
Asimismo, cada día los venezolanos nos levantamos preguntando por el nivel de
aguas en el embalse del Guri; nos disgustamos por las fallas en el servicio de
recolección de desechos sólidos; sentimos dudas sobre la calidad del agua que
llega a nuestras casas y nos desagradan los efectos de la nube de calima que se
ha aposentado sobre varias ciudades del país.
Es decir se escurrió el ambiente en nuestra sociedad.
¿Pero cuáles son los temas ambientales que afectan a nuestro
país?
Podemos hablar de un largo abecedario de temas, pero
quedémonos con las primeras letras; A, B y C. Es decir agua, biodiversidad y contaminación.
Y como estamos hablando de coleados al final le agregaremos un bono: El cambio
climático.
Un país rico en agua, pero…
El acceso al agua potable es un derecho humano. Si el mismo
no está asegurado no es posible garantizar la salud, el alimento, trabajo y
educación de la población.
En tal sentido Venezuela parece ser un país privilegiado en
materia de agua ya que contamos con una de las reservas de agua más grandes del
mundo. Cada venezolano pudiera tener a su disposición 42.500 m3 de ese líquido.
El equivalente a 17 piscinas olímpicas.
No toda esa agua está fácilmente disponible. El 80% del agua
dulce en Venezuela se encuentra al sur del río Orinoco y, a su vez, la
mayor concentración de población se
encuentra en el arco costero montañoso al norte del país.
A pesar de esa discrepancia entre la distribución de las
fuentes de agua y la de la población del país, el gobierno nos ha informado que
96% de la población tiene acceso al agua potable. Pero en contraste, la Encuesta
Condiciones de Vida Venezuela (ENCOVI), realizada por las Universidades Central
de Venezuela, Simón Bolívar y Católica Andrés Bello, encontró que 16,4% de las viviendas carece de conexión a
un sistema de distribución de agua y en 39,2% de los hogares se reporta que el servicio
no es continuo. Adicionalmente, el 24% de los hogares del país no tienen
sistemas de recolección de aguas servidas.
Este escenario se complica cuando se multiplican cada vez
más las dudas sobre la calidad del agua que llega a los hogares del país.
Al final sólo seremos un país verdaderamente rico cuando
sepamos administrar con responsabilidad, seriedad y solidaridad nuestra riqueza
hídrica.
La biodiversidad: patrimonio en peligro
La biodiversidad es el término científico usado para referirse
a la variedad de la vida, es decir a todas las especies vivas y a los
ecosistemas donde estas especies coexisten.
Venezuela está entre los diez países con mayor diversidad
biológica del mundo. Con respecto al resto del mundo, el país se encuentra en
cuarto lugar en el número de especies de anfibios, sexto en el número de aves, octavo en el número de mamíferos y
noveno en el de reptiles. Además, cuenta con una enorme riqueza en términos de
paisajes y ecosistemas naturales: Bosques, sabanas, páramos, arrecifes,
manglares, tepuyes y muchos otros.
Este patrimonio natural representa uno de los recursos
fundamentales para el desarrollo nacional y del mismo dependen muchas
actividades productivas y de gran valor social.
A algunos puede sorprenderle que de la biodiversidad dependa
el suministro de agua potable, la producción de energía hidroeléctrica, una
gran variedad de productos alimenticios de consumo directo, gran parte de la
industria turística nacional, la
producción agrícola, la protección contra desastres naturales y la absorción de
contaminantes, entre otros servicios ambientales.
A pesar de este enorme valor, una mezcla de ignorancia,
codicia y falta de políticas adecuadas de protección de la biodiversidad, han puesto
en peligro a muchas especies y ecosistemas en todo el país.
Si revertimos esta forma de violencia contra la naturaleza y
logramos establecer políticas de uso responsable de nuestros recursos, podremos
utilizarlos como un puntal del desarrollo nacional. A partir de allí se
establecerá una economía sustentable con actividades en temas tan variados como:
el aprovechamiento sustentable de especies para alimento, cosmética,
farmacología; turismo de naturaleza; cría de y cultivo de especies; creación de
“ciudades verdes”, productos para la medicina naturista, entre muchos otros.
Todos ellos capaces de generar empleo y economías
productivas a largo plazo. Nuestra riqueza y prosperidad en el futuro no será
color negro petróleo, ni mucho menos de un falso color dorado, si no de los
múltiples y variados colores de la naturaleza.
La contaminación: Venenos hasta en la sopa
En Venezuela se han producido daños graves al ambiente y a
la salud de las personas producto de la
contaminación. La misma ha venido como una consecuencia indeseada de la
industria petrolera, manufacturera, la actividad agrícola, minera y doméstica.
Actualmente resulta difícil tener una idea clara sobre los
problemas de contaminación actuales en el país debido a la muy escasa
información existente sobre la magnitud del problema y las consecuencias que
pueda estar ocasionando. Por esa razón no se realizan alertas ambientales, ni
se definen políticas de control que permitan minimizar los posibles efectos.
A pesar de la insuficiente información existente, es posible
señalar algunos temas y zonas críticas en materia de contaminación, tales como
las zonas de los Estados Bolívar y Amazonas afectadas por la minería ilegal de
oro; el lago de Maracaibo, castigado tanto por la industria petrolera, como por
las aguas servidas de las ciudades y zonas agrícolas que lo rodean; la cuenca
del lago de Valencia contaminado principalmente por aguas servidas urbanas e
industriales; las zonas de producción y refinación petrolera (Zulia, Falcón, Anzoátegui,
Monagas, Guárico); las áreas ocupadas por las industrias básicas de Guayana;
los vertederos y rellenos sanitarios; las zonas agrícolas en diversos estados tales como
Lara, Guárico, Portuguesa, Miranda, Mérida, Zulia, los ríos de prácticamente
todo el norte del país, etc.
Aunque no vivamos en la cercanía de las zonas más
contaminadas del país la contaminación y sus efectos te podrá alcanzar en el
agua, en el alimento o en el aire.
Necesitamos limpiar nuestra casa-país y convertirla en un
lugar sano y seguro para todos, pero principalmente para nuestros hijos.
Y apareció el que nadie había llamado: El cambio climático
Venezuela es un país vulnerable al cambio climático. Sus
efectos actuales y futuros pueden poner en peligro el desarrollo nacional si no
se toman las medidas para mitigarlos. Se prevé que el cambio climático afecte la producción agrícola y pesquera, reduzca
la disponibilidad de agua, facilite la expansión de enfermedades transmitidas
por vectores y aumente el riesgo de desastres producto de eventos meteorológicos
extremos.
Mucha gente cree que este fenómeno ocurrirá dentro de mucho
tiempo, pero lo cierto es que ya está afectando al país y sus efectos se
sienten en el aumento de los períodos de baja precipitación, aumento de las
temperaturas promedios y la aparición de enfermedades transmitidas por vectores
en lugares en que antes no había sido reportado.
Venezuela debe prepararse para los cambios generados por el
cambio climático, para ello necesita establecer planes para atender los cambios
que se vayan dando y generar alternativas tanto económicas como sociales para
las nuevas condiciones.
Pero hay un elemento adicional que actúa como un daño
colateral del cual el país debe protegerse: el cambio climático está induciendo
una transformación global hacia economías menos dependientes de los
combustibles fósiles. En tal sentido como país petrolero debemos promover un proceso
de cambio ordenado de la economía de tal manera de hacerla cada vez menos
dependiente de la explotación de estos combustibles.
¿Y entonces que hacer?
Más allá de algunas acciones técnicas que el país debe
acometer, es necesario revalorizar el tema ambiental como un componente fundamental
del desarrollo nacional. El mismo tiene que estar a la par de los sociales y
económicos. No habrá avances posibles si no está garantizado el derecho al agua
potable, con graves riesgos ambientales a la salud y seguridad de las personas,
sin seguridad alimentaria debido a la destrucción de los sistemas de
sustentación ambiental, ni bajo la amenaza del cambio climático.
Para avanzar en este sentido, será necesario que los
distintos niveles de gobierno, los partidos políticos, las instituciones
educativas, sindicatos y gremios profesionales, en conjunto con toda la
sociedad, empujen juntos por un futuro ambientalmente sano y seguro para todos.
No hacerlo será costoso en vidas y desarrollo. Peor aún será
oír los cantos de sirena que nos prometen la riqueza fácil y la felicidad total
destruyendo nuestro patrimonio natural y los ecosistemas vitales en aberrantes
sueños de oro, diamantes y coltán que sólo servirán para alimentar la codicia y
el lucro irresponsable.
Al final, si nos preguntan si vale la pena preocuparse por
el ambiente, la respuesta es negativa. No debemos preocuparnos, debemos
ocuparnos de él y hacerlo de manera urgente.