lunes, 26 de junio de 2017

Acabando con el ecosistema (y con la ética periodística)


Tomado del Portal Qué Pasa


Leo en el portal de noticias “Qué Pasa” una noticia bajo el título: “Protestas en el país están acabando con el ecosistema”, precedido con el antetítulo: “Ya no se puede más”.

En la misma, el  autor de la nota  reporta los supuestos daños que se estarían produciendo en la ciudad de Maracaibo debido a la destrucción de árboles para usarlos como parte de las barricadas utilizadas en algunas manifestaciones de protesta  realizadas como parte del repudio al llamado a una “Constituyente Comunal” y a partir de “ese hecho” critica duramente como “los Marabinos … han tenido que presenciar como han hecho un ecocidio para trancar las principales avenidas y calles de la ciudad.”

Este es un refrito de lo ocurrido en el 2014 en el cual funcionarios gubernamentales  denunciaron ante el Ministerio Público el “ecocidio” supuestamente cometido por los manifestantes durante los conflictos sociales ocurridos en ese año hablando de miles de árboles destruidos; incluso llegaron a amenazar a los supuestos perpetradores de estos hechos de utilizar la Ley Penal del Ambiente contra los mismos.

En ese momento escribí sobre el despropósito de hablar de “ecocidio” en el país donde los derechos ambientales de los venezolanos son violados de todas las maneras y en el cual mueren cada día niños producto de aguas contaminadas, de enfermedades en cuyo origen está un tema ambiental y por desnutrición en un país con capacidad ambiental para alimentar de manera más que suficiente y adecuada a sus pobladores.

Reitero lo dicho en esa ocasión, que, si realmente se están destruyendo los pocos árboles existentes en las  ciudades, es necesario repudiar esta acción, actuar para evitarlo y compensar los daños que pudieran haber ocurrido. Pero también reitero que es una vil manipulación satanizar de esta manera las acciones de protesta legal y legítima que ocurren en el país.

Esto es más patente cuando se escribe un párrafo como: “Desde el pasado 1ero de Abril inicio de las protestas en el país en contra de las políticas del presidente de la república Nicolás Maduro, se han venido registrando hechos de violencia en todo el territorio nacional, ocasionando malestar en la población”. 

Habría que preguntarse sí son las protestas contra las políticas de Nicolás Maduro la que ocasionan malestar en la población o son las políticas de Nicolas Maduro las que ocasionan las “molestias” que dan origen a las protestas. Manifestaciones que en su enorme mayoría han sido pacíficas a pesar de la inusitada violencia con las cuales han sido reprimidas, frecuentemente cometiendo violaciones contra los derechos humanos de los protestantes y la ciudadanía en general.

Eso es darle vuelta de manera perversa y muy poca ética periodística a la realidad. Y los venezolanos y en particular los ambientalistas debemos evitar caer en este tipo de trampas.



jueves, 22 de junio de 2017

Ignorancias y palabrerías sobre el cambio climático en tiempos de Constituyente





Esta semana diversos medios oficiales informaron que Nicolás Maduro, supuestamente preocupado por los efectos de la tormenta Bret,  declaró: “Esta tormenta atípica producto del recalentamiento del Mar Caribe, y del deterioro de todas las condiciones de vida en el planeta, me ha llevado a ordenar la preparación de un plan para enfrentar los cambios climáticos”.

Quizás vale la pena analizar estas declaraciones, que no por breves y llenas de errores conceptuales dejan de ser interesantes en la medida que nos muestran cuál es el nivel de conocimiento e interés real en el tema del cambio climático en lo que se ha dado por llamar “el alto gobierno” de Venezuela.

Una tormenta atípica

En primer lugar Maduro declara que esta es una tormenta atípica. Y quizás de alguna manera si lo sea.

Según diversas páginas de información meteorológica, la misma se inició en una zona inusual con respecto a la que es común en el desarrollo de tormentas tropicales en el Atlántico. Asimismo se originó de manera muy temprana con respecto al inicio del período de la temporada de huracanes del Atlántico. De hecho, es la más temprana en recibir nombre desde que se llevan registros de estos fenómenos en 1851.

Por ello puede decirse que es “rara”. Pero los fenómenos naturales no son invariables, mucho menos los que se originan en la atmósfera. Todos sabemos que hay años lluviosos y secos, años cálidos y más frescos. Asimismo, los eventos meteorológicos son fenómenos muy complejos y no pueden entenderse desde criterios rígidos.

Por otra parte, esta tormenta ha sido, afortunadamente para los venezolanos, mucho más benigna que su tocaya de agosto de 1993. La anterior ocasionó cerca de 200 muertes y un estimado de 11.000 personas damnificadas, sólo en nuestro país, siendo además la primera de las tormentas tropicales que afectaron directamente el territorio continental de Venezuela por más de 100 años.

¿Tiene que ver el cambio climático con las peculiaridades de la tormenta actual? 

Es posible. Pero serán necesarios largos períodos de registro meteorológico para saber si se han producido cambios en las características de las temporadas de huracán del Atlántico. Es más complejo aún probar que, si efectivamente los hay, son producto del cambio climático. La ciencia del cambio climático no tiene nada que ver con intereses políticos circunstanciales y conceptos mal aprendidos.

Pero para algunos funcionarios es mejor lanzar opiniones al voleo, no importa cuan verdaderos sean, antes que apoyar la buena ciencia,  avanzar en la gestión de riesgos ante eventos socio-naturales y educar a la población para que esté preparada para actuar frente a estos fenómenos que serán cada vez más comunes.

Y ordenó hacer un Plan…

¿Qué fue lo que mando a hacer exactamente? Él habla de un plan para enfrentar los “cambios climáticos” (sic). Esto parece referirse a lo que lo que en la literatura técnica y las convenciones internacionales es llamado un Plan de Adaptación al Cambio Climático. Es decir un proceso dirigido a fortalecer la resiliencia y reducir la vulnerabilidad de la población frente a los efectos negativos del cambio climático.

Sí entendemos que esa fue la idea detrás de esa orden, entonces ¿será que finalmente el país va a cumplir con sus obligaciones legales internacionales y nacionales?

La Convención Marco de las Naciones Unidas contra el Cambio Climático, firmado por el país en 1992 y ley de la República desde 1994, establece la obligación de los países de formular, aplicar, publicar y actualizar regularmente programas nacionales y para facilitar la adaptación adecuada al cambio climático. Venezuela nunca ha cumplido con esta obligación.

Por su parte, la Ley de Gestión Integral de Riesgos Socionaturales y Tecnológicos del 2009 establece taxativamente que en el plazo de dos años debe haber sido formulado un Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático. Es decir que este Plan debió estar listo hace seis años.Aún no se ha hecho.

Igualmente, este mismo instrumento de políticas públicas aparece incluido en el Plan de la Patria del 2013 y en el Plan Nacional de Derechos Humanos publicado en el 2015.

Finalmente, los Objetivos de Desarrollo Sustentable aprobados por la Asamblea General de las Naciones Unidas en el 2015, en su Objetivo 13 dirigido a adoptar medidas urgentes contra el cambio climático, establece la meta de fortalecer la resiliencia y la capacidad de adaptación a los riesgos relacionados con el clima y los desastres naturales en todos los países.

Vale la pena recordar que Maduro asistió al evento de lanzamiento de estos Objetivos de Desarrollo Sostenible en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York. Luego de su retorno a Venezuela declaró que los nuevos objetivos serían alineados con el Plan de la Patria.

¿Luego de esta orden, ahora sí, el gobierno nacional cumplirá con sus obligaciones legales?

Yo no tengo ninguna esperanza de que esto ocurra. Al menos en este momento y mucho menos frente a personas que ahora nos quieren vender que es necesario un cambio constitucional para (ahora sí) “trabajar para prevenir los efectos del cambio climático”. escondiendo que teniendo los medios y la estructura legal para ello no han avanzado nada en los últimos doce años.

Lo peor de tal situación es que el cambio climático sigue avanzando y afectando negativamente las sociedades humanas haciendo cada vez más vulnerables a todas las sociedades y en especial a los más pobres.

Y sí para algo nos sirvió la tormenta Bret fue para mostrar claramente la enorme vulnerabilidad ante esos fenómenos que tiene nuestro país en aspectos como el servicio eléctrico, la prevención y mitigación de efectos como inundaciones y derrumbes y la atención de emergencias, entre otros aspectos, así como dejar en evidencia la enorme ignorancia e incapacidad de las personas que están en cargos de responsabilidad nacional frente a estos graves problemas nacionales.

A la vez, seguimos construyendo una sociedad ignorante que aplaude gestos al vacío y espejismos lanzados como políticas de Estado.

Habrá que apuntar al futuro y comenzar a construir propuestas, acciones y conciencias para estar listos para mejores tiempos y otros gobiernos.

jueves, 8 de junio de 2017

Océanos de alquitrán: A propósito del Día Mundial de los Océanos





El océano nos conecta

El Día Mundial de los Océanos es una fecha dirigida a celebrar que vivimos en un planeta cuya superficie está cubierta de mares y océanos y que de ellos depende una enorme cantidad de aspectos ambientales, sociales, económicos y culturales que sustentan a las sociedades humanas.

Venezuela es un país adosado a sus mares. La mayor parte de su población vive a lo largo de sus casi 4.000 Km de costas. Asimismo, en esa estrecha franja costera hemos comprimido muchas de las actividades económicas del país. Incluso la mayoría de las que aún nos dan sustento.

Gran parte de la historia y la cultura del país está relacionada con sus mares: Incluso guayaneses, llaneros y andinos usaron ríos y lagos como puertas de salida de sus riquezas hacia la gran autopista de los mares.

Nuestra economía actual más que nunca depende de un puerto y un barco flotando en el mar.

Y nos soporta

El Día Mundial de los Océanos es también un recordatorio del enorme  daño que le venimos haciendo a estas masas de agua y las consecuencias que esta acción tendrá sobre nosotros.

Por ello más que nunca debemos tomar conciencia de que ese no es un tema abstracto y lo vivimos muy recientemente, a pesar de que haya quedado parcialmente oculto bajo las trágicas y preocupantes noticias con las que amanecemos cada día.

Hace poco más de un mes en la vecina Trinidad ocurrió un derrame de fueloil altamente contaminante.

La empresa declaró que la cantidad de hidrocarburo derramado fue de 300 barriles, una cantidad más bien modesta. Pero, es claro que, esta cantidad no se sostiene. El volumen real que llegó al mar ha sido suficiente para que para comienzos de junio el efecto del derrame ya se hubiese sentido en una enorme franja: desde el sur de la península de Paria hasta las islas de Aruba, Bonaire y Curazao.

Este accidente tiene y tendrá profundas consecuencias ambientales, sociales y económicas a corto y largo plazo. Ya pescadores, negocios turísticos, científicos, organizaciones no gubernamentales y comunidades locales han denunciado estos daños y han exigido respuestas a las consecuencias y reparación de las pérdidas sufridas. Los daños ambientales sobre los ecosistemas marinos, principalmente costeros, serán enormes y duraderos.

La empresa Petrotrin y el gobierno trinitario tienen la responsabilidad principal sobre este evento. El mismo no fue un simple accidente. Hay denuncias de que la empresa y el gobierno trinitario conocían las fallas en el tanque de combustible que originó el derrame y que no hicieron lo necesario para repararlo o dejarlo fuera de servicio. Para los habitantes de ese país insular esta es una situación recurrente, ya que la empresa tiene una triste historia de sucesivos accidentes con derrames de hidrocarburos, así como una gestión de los mismos que agravaron la magnitud del daño.

Pero también, es importante decir que la responsabilidad en aguas territoriales venezolanas es necesariamente del gobierno venezolano. No sé si el plan de contingencia aplicado por PDVSA fue el correcto o no, pero es obvio que fue insuficiente. Tampoco conozco si en ese caso no se podía hacer nada más debido a la magnitud del desastre. Pero el mismo se agravó producto de una acción que a todas luces los tomó sin la suficiente preparación, organización y recursos para enfrentarla eficazmente.

Asimismo, muchas personas a lo largo de la zona afectada han denunciado que no fueron informados de la llegada de las manchas de combustible, ni de su posible toxicidad, ni fueron apoyados en sus intentos de recoger las fracciones de combustible que contaminaron playas y otras comunidades costeras.

Como contaminantes adicionales quedan las declaraciones de altos funcionarios tratando de ocultar o minimizar la magnitud e intensidad del mismo.

Por otra parte, las organizaciones de la sociedad civil y las instituciones generadoras de ciencia del país tenemos la responsabilidad de recabar y documentar la información sobre las causas y consecuencias de este desastre socio-ambiental, exigir que se establezcan las responsabilidades del caso, se reparen los daños sociales y se mitiguen los ambientales.

Si de esta situación podemos rescatar algunos aspectos positivos, será necesario mencionar el trabajo de organizaciones locales, empresarios, científicos, funcionarios gubernamentales de diferentes instituciones, así como simples pobladores de comunidades locales los cuales actuaron, buscando frenar los daños ocurridos. Muchas de estas acciones ocurrieron por propia iniciativa, sin recursos ni medios para proteger su salud y seguridad.

 Igualmente es necesario reconocer el trabajo de comunicadores sociales que realizaron la cobertura de la noticia e intentaron mantenerla a flote, aún dentro de la avalancha de informaciones inquietantes que genera nuestra realidad política, social y económica.

Ellos son los protagonistas y la esperanza de que a futuro tengamos Días Mundiales de los Océanos para celebrar y agradecer los dones que recibimos de nuestros mares.