sábado, 10 de diciembre de 2016

Cambio climático y derechos humanos



Imagen tomada de www.cambio16.com



Hoy 10 de diciembre es el Día Mundial de los Derechos Humanos. Para conmemorar esta fecha a lo largo de esta semana hemos estado compartiendo varios artículos relacionados con derechos humanos y temas ambientales.

En el día de hoy comparto con ustedes un excelente artículo de John H. Knox, relator especial de las Naciones Unidas sobre los derechos humanos y el medio ambiente y profesor de Wake Forest University (Estados Unidos).

El artículo analiza el cambio climático desde la perspectiva de los derechos humanos, lo que permite comprender las relaciones entre los distintos actores, tantos los titulares o poseedores de derechos (los ciudadanos) y los titulares de obligaciones (principalmente el Estado)

En el caso de Venezuela, este enfoque nos permite comprender que la ausencia de acciones efectivas en materia de adaptación al cambio climático, no es solamente un tema de ineficiencia o de prioridades, sino directamente una violación a los derechos humanos de la población del país. Adicionalmente este enfoque nos plantea un mapa de ruta para la acción ciudadana en este tema.

Este artículo está disponible en la página Web del Observatorio Social de "La Caixa". Para ir a esta página marquen aquí

Aunque transcribí el artículo completo en este blog, les recomiendo ir a la fuente original para tener acceso a los gráficos y otros enlaces de interés.


Cambio climático y derechos humanos

John H. Knox, profesor “Henry C. Lauerman” de Derecho Internacional de la Universidad Wake Forest (Estados Unidos) y relator especial de las Naciones Unidas sobre temas de derechos humanos y medio ambiente


El cambio climático pone en peligro el disfrute de un amplio abanico de derechos humanos. A la inversa, para poder combatirlo eficazmente es necesario ejercer esos derechos, entre ellos los derechos a la información y la participación.

En mi condición de primer relator especial de las Naciones Unidas sobre los derechos humanos y el medio ambiente, doy cuenta al Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, principal órgano de la ONU a ese respecto, sobre la aplicación de las obligaciones relativas a los derechos humanos al afrontar los problemas medioambientales. Mi último informe, presentado al Consejo en marzo de este año, describe cómo influye el cambio climático en el disfrute de los derechos humanos y las obligaciones que tienen los Estados de afrontar ese cambio (Knox, 2016). El Acuerdo de París, adoptado en diciembre de 2015, supuso un paso importante, pero aún queda mucho por hacer. Los Estados deben aplicar sus compromisos y actuar con rapidez para afianzarlos. Al mismo tiempo, deben asegurarse de que sus medidas contra el cambio climático no ocasionen violaciones de derechos humanos.

En resumen, este artículo describe: (1) de qué maneras amenaza el cambio climático el disfrute de los derechos humanos, incluidos el derecho a la vida y la salud; (2) las obligaciones en materia de derechos humanos relacionadas con el cambio climático, y (3) hasta qué punto el Acuerdo de París responde a esas obligaciones.

1. Repercusiones del cambio climático sobre el disfrute de los derechos humanos

Mary Robinson, anteriormente presidenta de Irlanda y Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, y en la actualidad (agosto de 2016) Enviada especial del Secretario General para el Cambio Climático, ha dicho de este que constituye la principal amenaza para los derechos humanos en el siglo XXI. El cambio climático pone en peligro el disfrute pleno del derecho a la vida, la salud, el agua, el alimento, la vivienda, el desarrollo y la autodeterminación.

Con la subida de la temperatura global, aumenta el número de muertos, heridos y desplazados que ocasionan desastres climáticos como los ciclones tropicales, y también la mortalidad y las enfermedades producidas por olas de calor, sequías, epidemias y desnutrición. Las consecuencias predecibles de un ascenso de incluso 2 ºC en la temperatura media global serán espectaculares. Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC en sus siglas en inglés), entre ellas figurará una mayor probabilidad de que «se reduzca la productividad laboral, [aumenten] la morbilidad (por ejemplo, por deshidratación, insolación y golpe de calor) y la mortalidad durante olas de calor. Estarán especialmente en peligro los obreros agrícolas y de la construcción, así como los niños, los indigentes, los ancianos y las mujeres que tienen que caminar durante horas y horas para buscar agua» (IPCC 2014, p. 811).

El cambio climático agravará el problema del acceso al agua potable segura, del que actualmente carecen unos 1.100 millones de personas. Se calcula que alrededor del 8% de la población mundial verá gravemente reducidos sus recursos hídricos si la temperatura mundial sube una media de 1 ºC y que ese porcentaje llegaría al 14% si el aumento es de 2 ºC (IPCC 2014, p. 250). En términos más generales, se pronostica que la reducción de las precipitaciones y las capas de nieve, y el incremento de la evaporación y la contaminación de las fuentes de agua dulce por el aumento del nivel del mar reducirán la disponibilidad de agua en la mayoría de las regiones subtropicales secas y harán más frecuentes las sequías en muchas zonas ya de por sí secas (UNEP 2015a, p. 3).

El cambio climático pone en peligro el pleno disfrute del derecho a la vida, la salud, el agua, el alimento, la vivienda, el desarrollo y la autodeterminación.
Respecto al derecho a la alimentación, el cambio climático ya está perjudicando a la capacidad de algunas comunidades para alimentarse y el número de afectados aumentará al subir las temperaturas.
Según el IPCC, «todos los aspectos de la seguridad alimentaria se ven potencialmente afectados por el cambio climático, entre ellos el acceso a los alimentos, así como su consumo y la estabilidad de sus precios» (IPCC 2014, p. 488). Es muy probable que el cambio climático influya negativamente en la producción de cultivos importantes como el trigo, el arroz y el maíz, tanto en las regiones tropicales como en las templadas (UNEP 2015a, p. 5).

Los peores efectos del cambio climático los aprecian quienes ya de por sí son vulnerables a causa de factores como la geografía, la pobreza, el género, la edad, el carácter indígena o minoritario, el origen nacional o social y la discapacidad. En palabras del IPCC, «Los marginados por razones sociales, económicas, culturales, políticas, institucionales o de otra índole son especialmente vulnerables al cambio climático y también a ciertas medidas de adaptación y mitigación del mismo» (IPCC 2014, p. 6). El Grupo señala que «las consecuencias futuras del cambio climático, que van desde el corto al largo plazo, y esperando mayormente una subida de 2 ºC, ralentizarán el crecimiento económico y la reducción de la pobreza, deteriorarán aún más la seguridad alimentaria y pondrán nuevas trampas a la pobreza, sobre todo en las zonas urbanas y los nuevos puntos candentes del hambre» (IPCC 2014, p. 796). El cambio climático también contribuirá a la migración forzosa. Sin embargo, quizá los más vulnerables no puedan emigrar y permanezcan en lugares sometidos a los rigores producidos por ese cambio.
El cambio climático pone en peligro la propia existencia de ciertos pequeños Estados insulares. El calentamiento global extiende las aguas oceánicas y derrite los hielos continentales, subiendo el nivel del mar. Mucho antes de que las islas queden anegadas, puede que el cambio climático las vuelva inhabitables al incrementar la frecuencia y la virulencia de los episodios tormentosos o al provocar la invasión de las fuentes de agua dulce por el agua marina. Si los habitantes de los pequeños Estados insulares se ven obligados a evacuarlos y buscarse otra residencia, las consecuencias para sus derechos humanos, entre ellos el derecho a la autodeterminación y el desarrollo, serán devastadoras.
El cambio climático también pone en peligro otras formas de vida con las que compartimos el planeta. De su progresivo calentamiento se derivarán consecuencias cada vez más desastrosas. Según un estudio, si las temperaturas del mundo llegaran a subir más de 2 ºC, llegando a 3 ºC, entre el 20% y el 30% de las especies vegetales y animales evaluadas podrían sufrir un elevado riesgo de extinción (IPCC 2014, p. 1053). Si otras especies quedaran diezmadas los seres humanos también se verían perjudicados. Respecto al derecho a la salud, por ejemplo, el Grupo Intergubernamental sobre Cambio Climático señala que la pérdida de diversidad biológica «puede incrementar la trasmisión de enfermedades infecciosas como la de Lyme, la esquistosomiasis y el hantavirus a los seres humanos». (IPCC 2014, p. 1054)

Al quedar más claras las consecuencias del cambio climático sobre los seres humanos ha ido aumentando la atención que organismos nacionales e internacionales prestan a la relación entre esa transformación y los derechos humanos. Un importante hito fue la Declaración de Malé sobre la Dimensión Humana del Cambio Climático Global, firmada en noviembre de 2007 por representantes de pequeños Estados insulares en desarrollo. Por primera vez, los Estados reconocían abiertamente que el cambio climático tiene «repercusiones claras e inmediatas para el disfrute pleno de los derechos humanos», entre ellos el derecho a la vida, a un nivel de vida satisfactorio y al mayor nivel sanitario que se pueda alcanzar.

Desde entonces, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU ha acordado que el cambio climático supone una amenaza inmediata y trascendental para personas y comunidades de todo el mundo, que influirá en el disfrute pleno de los derechos humanos y que «las obligaciones y los compromisos en materia de derechos humanos pueden guiar y reforzar la formulación de políticas internacionales y nacionales en la esfera del cambio climático y fomentar su coherencia y legitimidad y resultados sostenibles».

Organismos de defensa de los derechos humanos y medioambientales, entre ellos la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos (OACDH/OHCHR), el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA/UNEP) y el Fondo para la Infancia de las Naciones Unidas (UNICEF) han publicado informes que describen las amenazas que conlleva el cambio climático para el disfrute de un amplio abanico de derechos humanos, entre ellos el derecho a la vida, la salud, el alimento, el agua, una vivienda adecuada y la autodeterminación (por ejemplo, OHCHR 2009; UNEPa, 2015; UNICEF 2015). El 5 de junio de 2015, con motivo del Día Mundial del Medio Ambiente, expertos en derechos humanos de las Naciones Unidas hicieron pública una declaración conjunta describiendo los devastadores efectos que para los derechos humanos tendría hasta una subida de la temperatura global de 2 ºC. Antes de que la Conferencia de las Partes volviera a reunirse en París en diciembre de 2015, dentro de la Convención Marco sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas (CMNUCC/UNFCCC), 30 Gobiernos suscribieron el Compromiso de Ginebra para los Derechos Humanos en la Acción Climática, un gesto voluntario promovido por Costa Rica, mediante el cual los Estados prometen facilitar el intercambio de los conocimientos y las mejores prácticas entre expertos nacionales en clima y derechos humanos.

La creciente atención que suscitan el cambio climático y los derechos humanos culminó en las conversaciones de París, cuyo Acuerdo es el primero de índole climática y uno de los primeros de su especie en reconocer abiertamente la relevancia de los derechos humanos.

Así dice su preámbulo:

"las Partes, al adoptar medidas para hacer frente al cambio climático, deberían respetar, promover y tomar en consideración sus respectivas obligaciones con respecto a los derechos humanos, el derecho a la salud, los derechos de los pueblos indígenas, las comunidades locales, los migrantes, los niños, las personas con discapacidad y las personas en situaciones de vulnerabilidad y el derecho al desarrollo, así como la igualdad de género, el empoderamiento de la mujer y la equidad intergeneracional."

Por otra parte, el reconocimiento creciente de los efectos desastrosos del cambio climático sobre los derechos humanos contribuyó a respaldar la decisión tomada por las partes que, en el artículo 2, afirman que el Acuerdo «tiene por objeto reforzar la respuesta mundial a la amenaza del cambio climático… y para ello mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de 2 ºC con respecto a los niveles preindustriales, y proseguir los esfuerzos para limitar ese aumento de la temperatura a 1,5 ºC con respecto a los niveles preindustriales, reconociendo que ello reduciría considerablemente los riesgos y los efectos del cambio climático». (UNFCCC 2015).

2. Obligaciones en materia de derechos humanos relacionadas con el cambio climático

De los previsibles efectos adversos que tendrá el cambio climático sobre el disfrute de los derechos humanos emana el deber que tienen los Estados de tomar medidas para protegerlos de dichos efectos. Las obligaciones en materia de derechos humanos no solo tienen que ver con el grado de protección climática que ha de adoptarse, sino con las medidas de mitigación y adaptación en las que se basa esa protección.

Las obligaciones en materia de derechos humanos que hay que cumplir al proteger el medio ambiente pueden ser procedimentales y substantivas. Además, los Estados tienen todavía más obligaciones con aquellos que son especialmente vulnerables a los perjuicios de carácter medioambiental. Entre las obligaciones procedimentales figuran el deber de: (a) evaluar las repercusiones medioambientales y hacer pública la información al respecto; (b) facilitar la participación de la población en la toma de decisiones medioambientales, protegiendo también los derechos a la libertad de expresión y asociación, y (c) proporcionar acceso a reparaciones en caso de sufrir daños. Esas obligaciones también están avaladas por instrumentos medioambientales internacionales como el Principio 10 de la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo. El ejercicio de los derechos de acceso a la información, la participación y la reparación contribuye a garantizar que las acciones propuestas protejan el medio ambiente del que todos los derechos humanos dependen.

Así, por ejemplo, y siempre que sea posible, los Estados deberían evaluar las repercusiones medioambientales de las principales actividades realizadas dentro de su jurisdicción. Esas evaluaciones son una forma importante de aclarar las repercusiones, principalmente sobre comunidades vulnerables. Los Estados también deben poner a disposición del público la información relativa al cambio climático y posibilitar su participación en el desarrollo de las políticas medioambientales. Para ser eficaz, esa participación debe contemplar una provisión de información pública que permita a los interesados entender y debatir la situación en cuestión, incluidos los posibles efectos de cada proyecto o política, y también posibilitar realmente que se escuchen las opiniones de los afectados y que influyan en la toma de decisiones. Estos principios son de especial importancia para quienes pertenecen a grupos marginados o vulnerables. Y son requisitos que no solo deben tenerse en cuenta al decidir qué grado de protección medioambiental se aplica, sino al considerar qué medidas sirven para protegerse. Las decisiones sobre proyectos de mitigación o adaptación deben tomarse con la participación informada de los afectados.

Para permitir la participación informada del público, hay que salvaguardar los derechos a la libertad de expresión y asociación de los relacionados con acciones en pro del medioambiente, incluidos quienes se oponen a proyectos concebidos para mitigar el cambio climático o adaptarse a él. Intentar reprimir a quienes, de manera individual o colectiva, expresan sus ideas sobre políticas o proyectos relacionados con el medio ambiente constituye una violación de sus derechos humanos. Los Estados tienen la obligación de no inmiscuirse en el ejercicio de los derechos y también de proteger de amenazas, acoso y toda clase de violencia a quienes los ejercen.

En el entorno internacional, los Estados deben garantizar que los proyectos medioambientales sufragados por mecanismos de financiamiento climático respeten y protejan los derechos humanos, incluyendo los derechos a la información, la participación y la libertad de expresión y asociación. En la actualidad, esos mecanismos presentan diversos niveles de protección. Algunos, como el Fondo de Adaptación, ofrecen garantías que se suelen considerar satisfactorias, en tanto que otros, como el Mecanismo para el Desarrollo Limpio, se han criticado por no contemplar las oportunas consultas con los interesados, con lo que, a través de desplazamientos y la destrucción de medios de vida, incurren en violaciones de derechos humanos. Después de París, hay que fortalecer y uniformizar, de manera general, las garantías.

La obligación fundamental que tienen todos los Estados de proteger, dentro de su jurisdicción, a quienes pueden verse negativamente afectados por el cambio climático está relativamente clara en lo tocante a las medidas de adaptación. Los Estados deben dotarse de un marco legal que ayude a sus administrados a adaptarse a los efectos inevitables del cambio climático. Aunque, teniendo en cuenta su situación económica y otras prioridades nacionales, los Estados gozan de cierta discrecionalidad para decidir qué medidas han de adoptar, deben asegurarse de que estas emanen de un proceso que contemple la participación informada de la población, que tengan en cuenta las normas nacionales y extranjeras, y que no sean ni regresivas ni discriminatorias. Finalmente, una vez aprobadas las medidas, los Estados deben asegurarse de que se apliquen.

Más complicada es la situación respecto a la mitigación. La mayoría de los países no emiten gases de efecto invernadero en cantidades que ocasionen, por sí solas, consecuencias apreciables para su propio pueblo o para los residentes en terceros países. En consecuencia, para evitar los efectos del cambio climático, no basta con que los Estados reduzcan sus propias emisiones. Además, aunque puede que las emisiones de los países más grandes sí influyan de manera apreciable en las repercusiones que tiene el cambio climático sobre sus propios habitantes, mientras las emisiones de los demás Estados sigan aumentando, ninguno podrá evitar, por sí solo, que esos efectos sigan produciéndose. Esto no significa que, en virtud de la legislación sobre derechos humanos, los Estados no tienen la obligación de mitigar sus propias emisiones, pero sí da a entender que, para comprender la naturaleza de esa obligación, es necesario ponderar el papel de la cooperación internacional.

En su Artículo 55, la Carta de las Naciones Unidas exige a esta organización que promueva «el respeto universal a los derechos humanos y a las libertades fundamentales de todos», en tanto que en el Artículo 56 afirma que «Todos los Miembros se comprometen a tomar medidas conjunta o separadamente, en cooperación con la Organización, para la realización de los propósitos consignados en el Artículo 55». De igual manera, el Artículo 2(1) del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales exige a las partes que adopten medidas, no solo por separado, sino «mediante la asistencia y la cooperación internacionales», para lograr progresivamente el respeto a los derechos reconocidos en el Pacto.

En lo tocante a las múltiples amenazas que sufren los derechos humanos, la cooperación internacional solo juega un papel de apoyo. Los perjuicios medioambientales cuyas causas y repercusiones atañen a la jurisdicción de un Estado puede y debe afrontarlos principalmente ese Estado. Pero el cambio climático es el ejemplo paradigmático de una amenaza global que es imposible afrontar eficazmente sin una acción internacional coordinada. Los propios Estados han reconocido en la CMNUCC que «la naturaleza mundial del cambio climático requiere la cooperación más amplia posible de todos los países y su participación en una respuesta internacional efectiva y apropiada». (UN 1992)

El deber de la cooperación internacional no consiste en exigir a todos los Estados que tomen exactamente las mismas medidas ante el cambio climático. La redacción del CMNUCC aboga por la cooperación entre los Estados, pero inmediatamente añade que hay que "tener en cuenta sus responsabilidades comunes pero diferenciadas y sus capacidades respectivas, a la luz de las diferentes situaciones sociales y económicas». Los Estados tienen el deber de colaborar unos con otros para afrontar el cambio climático, pero las necesarias y pertinentes responsabilidades de cada uno emanarán en parte de su propia situación.

3. Una evaluación del Acuerdo de París

En el CMNUCC los Estados acordaron que su objetivo es la «estabilización de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera a un nivel que impida interferencias antropógenas peligrosas en el sistema climático». Ha quedado patente que hasta un incremento de 2 ºC tendría consecuencias drásticas para el disfrute pleno de los derechos humanos. Este objetivo concuerda con la obligación que tienen los Estados de proteger los derechos humanos frente a los efectos nocivos del cambio climático, actuando de forma concertada en cumplimiento del deber de cooperación internacional. Las normativas en materia de derechos humanos conceden a los Estados cierta discrecionalidad a la hora de decidir cuál es la mejor manera de conjugar la obligación de proteger frente a los efectos medioambientales nocivos con la defensa de otros intereses legítimos, pero esa discrecionalidad debe ejercerse sin perder de vista todos los factores pertinentes. La aplicación de dichos factores al régimen climático internacional indica que los Estados han llegado a un equilibrio razonable en muchos aspectos y que su proceso de toma de decisiones se basa en evaluaciones científicas detalladas y difundidas públicamente. El acuerdo surgido de ese proceso tiene en cuenta normas internacionales, incluidas las relativas a los derechos humanos, y no es regresivo. Tampoco parece que sea discriminatorio, ya que incorpora cláusulas concebidas para afrontar las preocupaciones de los países y las comunidades más vulnerables.

No obstante, en ciertos aspectos el Acuerdo de París se queda corto. Afronta la mitigación pidiendo sobre todo a las partes que preparen sus propias y decididas aportaciones nacionales. El problema no radica en que el Acuerdo permita a cada Estado decidir por su cuenta qué aportación se compromete a hacer, sino que las aportaciones propuestas no van lo suficientemente lejos. Es loable que casi todos los Estados del mundo hayan presentado sus decididas y previstas aportaciones nacionales, pero, ni siquiera en el caso de que se aplicaran podría el planeta llegar a evitar las desastrosas consecuencias que sufrirían los derechos humanos. El PNUMA/UNEP ha determinado que la completa puesta en práctica de esas aportaciones produciría en 2030 un nivel de emisiones que con toda probabilidad ocasionara un incremento global de la temperatura bastante superior a 2 ºC y muy probablemente rebasara los 3 ºC (UNEPb, 2015). En consecuencia, aunque los Estados cumplieran sus compromisos actuales, no satisfarían sus obligaciones en materia de derechos humanos.

Los Estados deben aplicar en su totalidad los compromisos emanados del Acuerdo de París y consolidar sus compromisos futuros, con el fin de conseguir que el cambio climático no tenga consecuencias catastróficas para los derechos humanos.

Por lo tanto, desde este punto de vista, no solo es necesario poner en práctica las previstas aportaciones actuales, sino fortalecerlas para responder al objetivo fijado en el Artículo 2 del Acuerdo de París. Los Estados son conscientes de la discrepancia existente entre sus compromisos actuales y su objetivo común, y en París acordaron revisar, a partir de 2018, la pertinencia de sus compromisos mediante balances quinquenales. Sin embargo, ya está claro que los Estados, si quieren acabar con la discrepancia entre lo prometido y lo necesario, deben comenzar a ir más allá de sus compromisos actuales, aun antes del primer balance.

Otros elementos del régimen climático internacional también son esenciales para la aplicación del deber de cooperación internacional. Por ejemplo, el Artículo 7 (7) del Acuerdo de París hace un llamamiento a las partes para que fortalezcan su cooperación a la hora de fomentar acciones para la adaptación, entre ellas las relativas a compartir información, mejorar la eficacia de las acciones de adaptación y ayudar a los países en desarrollo. Además, los países desarrollados reiteraron en París que se comprometían a ayudar a los que están en desarrollo tanto con la mitigación como con la adaptación. En concreto, la Conferencia de las Partes afirmó que los países desarrollados pretenden continuar con su actual objetivo de movilización colectiva, que se expresa en 100.000 millones de dólares anuales en 2010, y que antes de 2025 los firmantes del Acuerdo de París fijarán un nuevo objetivo, cuantificado en un mínimo de 100.000 millones de dólares anuales, que tendrá en cuenta las necesidades y prioridades de los países en desarrollo.

La normativa de derechos humanos relacionada con la protección del medio ambiente dicta que los Estados, una vez aprobadas medidas para proteger esos derechos de los perjuicios medioambientales, deben ponerlas en marcha. Los compromisos emanados del Acuerdo de París forman parte de la decisión colectiva que han tomado los Estados de afrontar el cambio climático. Todos esos compromisos, tanto los de ayuda como los de mitigación y adaptación, deben aplicarse en su totalidad y con la energía necesaria para protegerse de los efectos que pueda tener el cambio climático sobre los derechos humanos.

4. Conclusión

Desde la Declaración de Malé hasta el Acuerdo de París ha quedado claro que la mitigación del cambio climático y la adaptación al mismo son necesarios para proteger los derechos humanos, y que el ejercicio de estos derechos sirve para conseguir acciones medioambientales enérgicas y eficaces. Hay que seguir promoviendo e intensificando las iniciativas destinadas a que las leyes sobre derechos humanos influyan en las medidas contra el cambio climático. Para que este no tenga consecuencias catastróficas sobre los derechos humanos, los Estados deben aplicar en su totalidad los compromisos emanados del Acuerdo de París y ahondar en sus compromisos de futuro.

5. Referencias

Independent expert on the issue of human rights obligations relating to the enjoyment of a safe, clean, healthy and sustainable environment (2013): Mapping human rights obligations relating to the enjoyment of a safe, clean, healthy and sustainable environment [https://documents-dds-ny.un.org/doc/UNDOC/GEN/G13/192/11/PDF/G1319211.pdf?OpenElement]´

Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC), Working Group II (2014): Climate change 2014: impacts, adaptation, and vulnerability [http://www.ipcc-wg2.gov/AR5/; resumen en castellano (Cambio climático 2014: impactos, adaptación y vulnerabilidad): https://www.ipcc.ch/pdf/assessment-report/ar5/wg2/ar5_wgII_spm_es.pdf].

Knox, J.H. (2016): Report of the Special Rapporteur on the issue of human rights obligations relating to the enjoyment of a safe, clean, healthy and sustainable environment: climate change, U.N. Doc. A/HRC/31/52 (1 de febrero de 2016) [en castellano: https://documents-dds-ny.un.org/doc/UNDOC/GEN/G16/015/75/PDF/G1601575.pdf?OpenElement]

Knox, J.H. (2013): Mapping report. Report of the Independent Expert on the issue of human rights obligations relating to the enjoyment of a safe, clean, healthy and sustainable environment, U.N. Doc. A/HRC/25/53 (30 de diciembre de 2013) [en castellano: https://documents-dds-ny.un.org/doc/UNDOC/GEN/G13/192/14/PDF/G1319214.pdf?OpenElement]

Office of the High Commissioner for Human Rights (OHCHR) (2009): Report of the Office of the United Nations High Commissioner for Human Rights on the relationship between climate change and human rights, U.N. Doc. A/HRC/10/61 (15 de enero de 2009) [en castellano (Informe de la

Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos sobre la relación entre el cambio climático y los derechos humanos): http://www.acnur.org/t3/fileadmin/Documentos/BDL/2009/7033.pdf?view=1]

United Nations (2015): Paris Agreement [https://unfccc.int/files/essential_background/convention/application/pdf/english_paris_agreement.pdf; en castellano: http://unfccc.int/resource/docs/2015/cop21/spa/l09r01s.pdf]
United Nations (1992): United Nations Framework Convention on Climate Change (UNFCCC) [https://unfccc.int/files/essential_background/background_publications_htmlpdf/application/pdf/conveng.pdf; en castellano (Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático): https://unfccc.int/resource/docs/convkp/convsp.pdf].

United Nations Children’s Fund (UNICEF) (2015): Unless we act now: the impact of climate change on children [http://www.unicef.org/publications/index_86337.html].

United Nations Environment Programme (UNEP) (2015a): Climate change and human rights [http://www.unep.org/NewsCentre/default.aspx?DocumentID=26856&ArticleID=35630].

United Nations Environment Programme (UNEP) (2015b): The emissions gap report [http://uneplive.unep.org/media/docs/theme/13/EGR_2015_301115_lores.pdf; informe de síntesis en castellano (Informe de 2015 sobre la disparidad en las emisiones): http://uneplive.unep.org/media/docs/theme/13/EGR_2015_Technical_Report_ES.pdf].

United Nations Human Rights Council: Resoluciones 7/23 (28 de marzo de 2008), 10/4 (25 de marzo de 2009), 18/22 (30 de septiembre de 2011), 26/27 (27 de junio de 2014) y 29/15 (2 de julio de 2015).





viernes, 9 de diciembre de 2016

Saneamiento: un imperativo​ de derechos humanos






El próximo día 10 de diciembre es el Día Mundial de los Derechos Humanos. Para conmemorar esa fecha estaremos enviando varios artículos relacionados con derechos humanos y temas ambientales.

En el día de hoy comparto un excelente documento titulado "Saneamiento: un imperativo​ de derechos humanos" publicado en el 2008 por las organizaciones Cohre, Water Aid y UN-Habitat.

El mismo discute la importancia del saneamiento desde un enfoque de derechos, considerando al saneamiento como el acceso a, y el uso de, instalaciones y servicios para excretas humanas y aguas residuales con privacidad y dignidad, asegurando un ambiente limpio y sano para todos. 

Este derecho está siendo vulnerado de manera muy importante este momento en Venezuela, ya que no sólo tenemos acceso restringido al agua potable, sino que el acceso a instalaciones sanitarias adecuadas en muchas comunidades e instalaciones hospitalarias, educativas y penales, así como la disposición y tratamiento de aguas residuales es prácticamente nulo. Por ello, la población está siendo afectada de manera grave por la contaminación de las aguas, lo que genera deterioro de su salud, así como de los ecosistemas y recursos necesarios para su supervivencia y desarrollo humano.

AL final del artículo el enlace les lleva directa a una página de descarga del documento en pdf. No dejen de hacerlo el texto realmente vale la pena revisarlo en su totalidad y divulgarlo entre todos los interesados. 


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Saneamiento: un imperativo
​ 
de derechos humanos


"El agua potable y el saneamiento no se refieren únicamente a la higiene y a las enfermedades, sino
​ 
que también involucran a la dignidad. (…) ello significa que TODAS las personas en el mundo
​ 
tenemos derecho a una vida saludable y digna. En otras palabras: todos tenemos derecho al
​ 
saneamiento". 
Príncipe Guillermo de Orange, Presidente de la Junta Consultiva sobre Agua y
​ 
Saneamiento del Secretario General de las 
​N​
aciones Unidas.


La centralidad del saneamiento
​ 
para el desarrollo

2,5 billones de personas carecen de acceso al saneamiento
​ 
básico. Se debe destacar que la meta de los Objetivos de
​ 
Desarrollo del Milenio de reducir a la mitad el porcentaje de
​ 
personas que carecen de acceso al saneamiento para el año
​ 
2015 es una de las metas que más lejos está de ser alcanzada.

El impacto de la falta de saneamiento en la salud, la educación
​ 
y el crecimiento económico es profundo. Cada día, por lo
​ 
menos cinco mil niños menores de cinco años fallecen a causa
​ 
de diarrea, una enfermedad directamente relacionada con la
​ 
falta de saneamiento. La falta de saneamiento adecuado en las
​ 
escuelas es un obstáculo crítico para la asistencia escolar,
​ 
especialmente para las niñas. Los gastos en que incurren tanto
​ 
individuos como el gobierno para subsanar la falta de salud y
​ 
de educación es, por lo menos, nueve veces mayor que el
costo de solucionar el problema del saneamiento.

¿Qué significa "saneamiento" en términos de
​ 
derechos humanos?

Saneamiento es el acceso a, y el uso de, instalaciones y servicios para excretas humanas y aguas
​ 
residuales con privacidad y dignidad, asegurando un ambiente limpio y sano para todos.

‘Instalaciones y servicios’ deben incluir la recolección, el transporte, el tratamiento y la disposición de las
​ ​e
xcretas humanas, aguas residuales domésticas y residuos sólidos, en conjunto con la promoción de la higiene.

En concreto, en materia de derechos humanos, el saneamiento debe cumplir con los siguientes requisitos:
​ 
  • Seguridad: El saneamiento debe prevenir efectivamente que los seres humanos, los animales y los
    ​ 
    insectos entren en contacto con las excretas. Los sanitarios (e incluso las letrinas) deben proporcionar
    ​ 
    privacidad y un ambiente seguro y digno a todos los usuarios. Debe haber agua disponible para higiene
    ​ 
    personal así como instalaciones que realicen la eliminación segura de aguas residuales.
  • Accesibilidad Física: Los sanitarios deben estar adentro o en la cercanía inmediata de todo hogar,
    ​ 
    institución educativa o lugar de trabajo y disponibles para ser utilizados a toda hora del día o la noche.
    ​ 
    Además, deben contar con los servicios relacionados, tales como la remoción de las aguas residuales,
    ​ 
    sistemas de cloacas o el desagote de letrinas. Es menester que existan instalaciones apropiadas y
    ​ 
    disponibles para niños, discapacitados y personas mayores. Con el fin de prevenir enfermedades, los
    ​ 
    sanitarios deben estar disponibles y ser utilizados por todas las personas que se encuentren en el lugar.
  • Asequibilidad: El acceso al saneamiento, incluso su mantenimiento, debe ser económicamente accesible.
    ​ 
    No debe afectar la capacidad de los individuos o de los hogares de adquirir otros bienes y servicios
    ​ 
    esenciales, tale como la alimentación, la educación y la salud.
  • Adecuación cultural: La construcción y el diseño de las letrinas deben ser culturalmente apropiados. En
    ​ 
    general, será necesario construir sanitarios diferentes para damas y para caballeros -especialmente
    ​ 
    cuando se trate de escuelas- para asegurar la privacidad, dignidad y seguridad de los usuarios.

¿Cómo los derechos
​ 
humanos ayudan a enfrentar
​ 
la crisis del saneamiento?

Considerar que el saneamiento es un derecho humano
​ 
modifica el enfoque de las soluciones técnicas para
​ 
asegurar que el marco político y legislativo otorgue
​ 
acceso al saneamiento.

Reconocer el saneamiento como un derecho humano:

  • Demuestra que el saneamiento es un derecho de
    ​ 
    aplicación inmediata,
     no caridad. La sociedad civil
    ​ 
    puede plantear el asunto como un derecho para
    ​ 
    así aumentar el perfil político de la importancia del
    ​ 
    acceso a los servicios de saneamiento.
  • Requiere un alto grado de responsabilidad por
    ​ 
    parte de todos aquellos que están a cargo de
    ​ 
    asegurar que el saneamiento esté al alcance de
    ​ 
    todos. Tanto individuos como grupos pueden
    ​ 
    demandar la implementación del derecho al
    ​ 
    saneamiento a través de actividades de incidencia
    ​. 
    sobre sus gobiernos, así como buscar compensación
    ​ 
    en las comisiones nacionales de derechos humanos y
    ​ 
    los tribunales o a través de organismos
    ​ 
    internacionales de derechos humanos.
    ​ 
  • Requiere diseminación de información y
    ​ 
    participación auténtica 
    en la tomada de decisiones.A pesar de que en la actualidad la participación es
    ​ 
    vista como una mejor práctica para el desarrollo,
    ​ 
    siguen prevaleciendo los procesos centralizados de
    ​ 
    planeamiento, los cuales puede desatender las
    ​ 
    necesidades de varios usuarios.
  • Hace foco sobre los grupos más vulnerables y
    ​ 
    marginados
    ; grupos que históricamente han sido
    ​ 
    discriminados y olvidados, tales como las personas
    ​ 
    que viven en asentamientos informales.
  • Define requisitos mínimos para el saneamiento.
  • Brinda un marco y normas generales para el
    ​ 
    desarrollo y reforma de políticas y planes públicos,
    ​ 
    para dar prioridad a los recursos y para
    ​ 
    monitorear la implementación.

Cuáles son las obligaciones de los gobiernos para
​ 
implementar este derecho?

Los gobiernos tienen la obligación de respetar, proteger y cumplir el derecho al saneamiento y para ello deben hacer
​ 
uso de todos los recursos disponibles de manera a realizar progresivamente el derecho.

Respeto: Los gobiernos no deben impedir que la gente tenga acceso al saneamiento: por ejemplo, no deben interferir
​ 
arbitrariamente en las costumbres o tradiciones relativas al saneamiento, sin proporcionar una alternativa aceptable.
Protección: Los gobiernos tienen la obligación de prevenir que tanto individuos como grupos limiten a otros el
​ 
acceso al saneamiento seguro, por ejemplo, al cobrar una suma excesiva para el uso de los sanitarios.
​ 
Cumplimiento: Los gobiernos deben facilitar el acceso al saneamiento asegurando que existan normas y
​ 
reglamentaciones para asistir a los individuos en la construcción y el mantenimiento de los sanitarios. Los gobiernos
​ 
deben promover el derecho a través de publicidad y educación respecto a la higiene. Cuando los individuos o grupos
​ 
se vean imposibilitados de proveer servicios de saneamiento para sí mismos, los gobiernos deben garantizar la
​ 
asistencia necesaria, incluyendo información, entrenamiento y el acceso a la tierra.

Las principales acciones adoptadas por los gobiernos deben ser:
  • Rev
    ​isar
     leyes, políticas, estrategias y finanzas con el fin de asegurar que se está brindando suficiente prioridad al
    ​ 
    tema del saneamiento, que se lo trate como un derecho y que la legislación vigente es apropiada.
  • Asegurar que los grupos marginales y vulnerables tengan acceso a los servicios de saneamiento.
  • Asegurar que se estén aplicando las técnicas más apropiadas de recolección, transporte, tratamiento,
    ​ 
    disposición y reciclado de la excreta.
  • Poner a disponibilidad tierras para los elementos esenciales que aseguran el saneamiento, tales como baños
    ​ 
    públicos y plantas locales de tratamiento.
  • Asegurar, en forma urgente, que todas las personas tengan acceso a educación sobre la higiene adaptada a
    ​ 
    sus necesidades.
  • En cuanto a los países de mayor riqueza, proveer asistencia financiera y técnica, con prioridad en el
    ​ 
    saneamiento para los más pobres.

Los usuarios tienen una responsabilidad fundamental a la hora de asegurar el derecho al saneamiento, incluso por medio
​ 
de la utilización de las instalaciones sanitarias disponibles. El derecho al saneamiento no exige que los gobiernos:
  • Proporcionen sistemas cloacales o de 
    ​drenaje
     de letrinas gratuitos para toda la población: los individuos y
    ​ 
    hogares deben colaborar con los costos del servicio.
  • Construyan sanitarios de uso doméstico. Los gobiernos deben asegurarse de que existan normas apropiadas,
    ​ 
    un ambiente favorable y el apoyo necesario a los hogares, propietarios, operadores de instituciones públicas
    ​ 
    y empresarios para que se construyan sanitarios adecuados a las necesidades y preferencias de los usuarios.
  • Proporcionen servicios cloacales para toda la población. En determinados ambientes, patrones diferentes,
    ​ 
    tales como sanitarios con fosas sépticas, letrinas de pozo o saneamiento ecológico, pueden ser considerados
    ​ 
    adecuados.


​Para acceder al resto del documento marque aquí​ (abrirá una ventana para descargar el documento en pdf)


Se sugiere que este  documento se citado como:

COHRE, WaterAid, COSUDE y UN-HABITAT, Saneamiento:Un imperativo de derechos humanos. (Ginebra 2008)

M​ás información sobre derecho al agua potable
 y al saneamiento:

viernes, 16 de septiembre de 2016

La Sociedad Civil de Venezuela avanza en la lucha contra el cambio climático


Recientemente, un grupo de representantes de Organizaciones de la Sociedad Civil de Venezuela estuvimos participando del Seminario Regional sobre Cambio Climático para Organizaciones de la Sociedad Civil de América Latina apoyado por la Unión Europea. El mismo se realizó los días 13 y 14 de septiembre pasados en Ciudad de Panamá, Panamá.

En el evento estuvieron presentes más de setenta representantes provenientes de 18 países de la región.

El objetivo principal de la reunión fue proponer recomendaciones para que la sociedad civil contribuya con la implementación de las Contribuciones Nacionales (INDC) en materia de cambio climático.

Los representantes de Venezuela, en el contexto de nuestra realidad social y política, llevamos propuestas concretas y recomendaciones que habíamos consensuado previamente. Los mismos acordamos realizar una serie de actividades de articulación que nos permitan hacerle seguimiento a las acciones de mitigación y adaptación que se comprometió el gobierno de Venezuela en el marco del Acuerdo de París y exigirle  al mismo desarrollar una política sobre cambio climático creíble, transparente y participativa.

Las organizaciones que estuvimos como representantes por Venezuela fueron: la Fundación Tierra Viva (Alejandro Luy), Provita (Carlos Pelaez), A.C. Cesap (Abelina Caro), Gente de Soluciones (Carmelo Ecarri), la UNET (Haydee Peña) y la Red Ara en conjunto con la Coalición Clima21 (Alejandro Álvarez).






miércoles, 13 de julio de 2016

Poniéndole lacitos a las noticias ambientales





Para nadie es sorpresa los malabarismos que realizan los editores del periódico Últimas Noticias para titular sus "noticias". Eso con el fin de mantener la idea de un periódico popular, donde lo popular lo entienden como lo chabacano, así como seguir pintándonos un país donde todo funciona muy bien, sin importar la terca realidad que nos rodea. Es la comunicación entendida desde la ignorancia y la propaganda política.

Por supuesto que las noticias ambientales no escapan a esta particular manera de entender el periodismo. Así que tampoco es sorpresa un titular que diga que "Le dan un cariñito al vertedero de Machiques".

Un periódico serio nos debería informar que los vertederos, todos ellos, son ilegales y no deberían existir. Que las autoridades municipales están obligadas a eliminarlos. Que los mismos son importantes fuentes de contaminación, daño a la salud humana, contribución a los gases de invernadero. Y que son espacios de degradación humana y centro de enormes negociados y corrupción.

Un periódico honesto debería averiguar por cuáles razones éstos no han sido eliminados o informar sobre cuáles son los planes existentes para cerrarlos y construir rellenos sanitarios que cumplan con la ley y más importante: que salvaguarden nuestros derechos a la salud y a un medio ambiente sano.

Un periódico con sensibilidad nos debería mostrar el horror ambiental y humano que representan estos basurales legalizados a fuerza de ignorar la ley por razones generalmente deshonestas.

Asimismo, un periódico acucioso con las noticias pudiera preguntarse por qué aún en Venezuela desperdiciamos grandes cantidades de materia prima echándolos a la basura y, a pesar de las leyes existentes, aún no tenemos un sistema nacional de recuperación de esos materiales, pero mientras tanto seguimos corriendo la arruga de los vertederos a cielo abierto.

Será que aún no entienden la idea de que "periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto es propaganda“.

Pero que lindo es decir que le van a dar un "cariñito" al vertedero. Como si esa acción solucionara alguno de los problemas existentes.

A este paso, en muy poco tiempo leeremos en ese periódico que le van a dar "un cariñito" a los malandros y vendedores de droga de algún municipio del país.

Al final es claro que la porquería no desaparece ni que le pongan lacitos rosados.

miércoles, 4 de mayo de 2016

¿Vale la pena preocuparse por el ambiente?





El siguiente artículo fue publicado el pasado día de abril en el número conmemorativo del 42º aniversario de la revista Zeta. Agradezco profundamente a este medio de comunicación por haber tenido la oportunidad de participar en su celebración, a la vez que felicito a todo su equipo en este nuevo aniversario.
___________


Actualmente tenemos dificultades muy importantes que nos ocupan casi todas nuestras energías. Pareciera que tratar de incluir otras más suena excesivo y hasta poco solidario con muchas personas que ya están abrumadas con las que perciben en su vida diaria.

Algunos pueden llegar a pensar que sólo los países que han resuelto la mayor parte de sus problemas materiales: hambre, pobreza, inestabilidad económica, etc. pueden comenzar a preocuparse por los temas ambientales que a veces suenan más a estéticos que a verdaderamente esenciales para el desarrollo nacional.

Estas percepciones no son elucubraciones sin fundamento.  Cuando se le preguntan a los habitantes de Venezuela sobre cuáles son los principales problemas que los aquejan, invariablemente aparecen temas como la inseguridad, el alto costo de la vida y el desabastecimiento de bienes de primera necesidad.

A pesar de ello, en los últimos tiempos algunas encuestas observan que la escasez de agua está emergiendo como problema importante de la población. Asimismo, cada día los venezolanos nos levantamos preguntando por el nivel de aguas en el embalse del Guri; nos disgustamos por las fallas en el servicio de recolección de desechos sólidos; sentimos dudas sobre la calidad del agua que llega a nuestras casas y nos desagradan los efectos de la nube de calima que se ha aposentado sobre varias ciudades del país.

Es decir se escurrió el ambiente en nuestra sociedad.

¿Pero cuáles son los temas ambientales que afectan a nuestro país?

Podemos hablar de un largo abecedario de temas, pero quedémonos con las primeras letras; A, B y C. Es decir agua, biodiversidad y contaminación. Y como estamos hablando de coleados al final le agregaremos un bono: El cambio climático.

Un país rico en agua, pero…

El acceso al agua potable es un derecho humano. Si el mismo no está asegurado no es posible garantizar la salud, el alimento, trabajo y educación de la población. 

En tal sentido Venezuela parece ser un país privilegiado en materia de agua ya que contamos con una de las reservas de agua más grandes del mundo. Cada venezolano pudiera tener a su disposición 42.500 m3 de ese líquido. El equivalente a 17 piscinas olímpicas. 

No toda esa agua está fácilmente disponible. El 80% del agua dulce en Venezuela se encuentra al sur del río Orinoco y, a su vez, la mayor  concentración de población se encuentra en el arco costero montañoso al norte del país. 

A pesar de esa discrepancia entre la distribución de las fuentes de agua y la de la población del país, el gobierno nos ha informado que 96% de la población tiene acceso al agua potable. Pero en contraste, la Encuesta Condiciones de Vida Venezuela (ENCOVI), realizada por las Universidades Central de Venezuela, Simón Bolívar y Católica Andrés Bello, encontró que  16,4% de las viviendas carece de conexión a un sistema de distribución de agua y en 39,2% de los hogares se reporta que el servicio no es continuo. Adicionalmente, el 24% de los hogares del país no tienen sistemas de recolección de aguas servidas.

Este escenario se complica cuando se multiplican cada vez más las dudas sobre la calidad del agua que llega a los hogares del país.

Al final sólo seremos un país verdaderamente rico cuando sepamos administrar con responsabilidad, seriedad y solidaridad nuestra riqueza hídrica. 

La biodiversidad: patrimonio en peligro

La biodiversidad es el término científico usado para referirse a la variedad de la vida, es decir a todas las especies vivas y a los ecosistemas donde estas especies coexisten. 

Venezuela está entre los diez países con mayor diversidad biológica del mundo. Con respecto al resto del mundo, el país se encuentra en cuarto lugar en el número de especies de anfibios, sexto en el número de  aves, octavo en el número de mamíferos y noveno en el de reptiles. Además, cuenta con una enorme riqueza en términos de paisajes y ecosistemas naturales: Bosques, sabanas, páramos, arrecifes, manglares, tepuyes y muchos otros.

Este patrimonio natural representa uno de los recursos fundamentales para el desarrollo nacional y del mismo dependen muchas actividades productivas y de gran valor social. 

A algunos puede sorprenderle que de la biodiversidad dependa el suministro de agua potable, la producción de energía hidroeléctrica, una gran variedad de productos alimenticios de consumo directo, gran parte de la industria turística nacional,  la producción agrícola, la protección contra desastres naturales y la absorción de contaminantes, entre otros servicios ambientales.

A pesar de este enorme valor, una mezcla de ignorancia, codicia y falta de políticas adecuadas de protección de la biodiversidad, han puesto en peligro a muchas especies y ecosistemas en todo el país.

Si revertimos esta forma de violencia contra la naturaleza y logramos establecer políticas de uso responsable de nuestros recursos, podremos utilizarlos como un puntal del desarrollo nacional. A partir de allí se establecerá una economía sustentable con actividades en temas tan variados como: el aprovechamiento sustentable de especies para alimento, cosmética, farmacología; turismo de naturaleza; cría de y cultivo de especies; creación de “ciudades verdes”, productos para la medicina naturista, entre muchos otros. 

Todos ellos capaces de generar empleo y economías productivas a largo plazo. Nuestra riqueza y prosperidad en el futuro no será color negro petróleo, ni mucho menos de un falso color dorado, si no de los múltiples y variados colores de la naturaleza.

La contaminación: Venenos hasta en  la sopa

En Venezuela se han producido daños graves al ambiente y a la salud de las personas producto de  la contaminación. La misma ha venido como una consecuencia indeseada de la industria petrolera, manufacturera, la actividad agrícola, minera y doméstica.

Actualmente resulta difícil tener una idea clara sobre los problemas de contaminación actuales en el país debido a la muy escasa información existente sobre la magnitud del problema y las consecuencias que pueda estar ocasionando. Por esa razón no se realizan alertas ambientales, ni se definen políticas de control que permitan minimizar los posibles efectos.

A pesar de la insuficiente información existente, es posible señalar algunos temas y zonas críticas en materia de contaminación, tales como las zonas de los Estados Bolívar y Amazonas afectadas por la minería ilegal de oro; el lago de Maracaibo, castigado tanto por la industria petrolera, como por las aguas servidas de las ciudades y zonas agrícolas que lo rodean; la cuenca del lago de Valencia contaminado principalmente por aguas servidas urbanas e industriales; las zonas de producción y refinación petrolera (Zulia, Falcón, Anzoátegui, Monagas, Guárico); las áreas ocupadas por las industrias básicas de Guayana; los vertederos y rellenos sanitarios; las  zonas agrícolas en diversos estados tales como Lara, Guárico, Portuguesa, Miranda, Mérida, Zulia, los ríos de prácticamente todo el norte del país, etc. 

Aunque no vivamos en la cercanía de las zonas más contaminadas del país la contaminación y sus efectos te podrá alcanzar en el agua, en el alimento o en el aire.

Necesitamos limpiar nuestra casa-país y convertirla en un lugar sano y seguro para todos, pero principalmente para nuestros hijos.

Y apareció el que nadie había llamado: El cambio climático

Venezuela es un país vulnerable al cambio climático. Sus efectos actuales y futuros pueden poner en peligro el desarrollo nacional si no se toman las medidas para mitigarlos. Se prevé que el cambio climático  afecte la producción agrícola y pesquera, reduzca la disponibilidad de agua, facilite la expansión de enfermedades transmitidas por vectores y aumente el riesgo de desastres producto de eventos meteorológicos extremos.

Mucha gente cree que este fenómeno ocurrirá dentro de mucho tiempo, pero lo cierto es que ya está afectando al país y sus efectos se sienten en el aumento de los períodos de baja precipitación, aumento de las temperaturas promedios y la aparición de enfermedades transmitidas por vectores en lugares en que antes no había sido reportado.

Venezuela debe prepararse para los cambios generados por el cambio climático, para ello necesita establecer planes para atender los cambios que se vayan dando y generar alternativas tanto económicas como sociales para las nuevas condiciones.

Pero hay un elemento adicional que actúa como un daño colateral del cual el país debe protegerse: el cambio climático está induciendo una transformación global hacia economías menos dependientes de los combustibles fósiles. En tal sentido como país petrolero debemos promover un proceso de cambio ordenado de la economía de tal manera de hacerla cada vez menos dependiente de la explotación de estos combustibles.

¿Y entonces que hacer?

Más allá de algunas acciones técnicas que el país debe acometer, es necesario revalorizar el tema ambiental como un componente fundamental del desarrollo nacional. El mismo tiene que estar a la par de los sociales y económicos. No habrá avances posibles si no está garantizado el derecho al agua potable, con graves riesgos ambientales a la salud y seguridad de las personas, sin seguridad alimentaria debido a la destrucción de los sistemas de sustentación ambiental, ni bajo la amenaza del cambio climático. 

Para avanzar en este sentido, será necesario que los distintos niveles de gobierno, los partidos políticos, las instituciones educativas, sindicatos y gremios profesionales, en conjunto con toda la sociedad, empujen juntos por un futuro ambientalmente sano y seguro para todos.

No hacerlo será costoso en vidas y desarrollo. Peor aún será oír los cantos de sirena que nos prometen la riqueza fácil y la felicidad total destruyendo nuestro patrimonio natural y los ecosistemas vitales en aberrantes sueños de oro, diamantes y coltán que sólo servirán para alimentar la codicia y el lucro irresponsable.
Al final, si nos preguntan si vale la pena preocuparse por el ambiente, la respuesta es negativa. No debemos preocuparnos, debemos ocuparnos de él y hacerlo de manera urgente.

viernes, 25 de marzo de 2016

Cadeneta de ideas ambientales en Semana Santa




1. Caimanes: ¡Alerta roja: hay caimanes en Higuerote! Los turistas y la prensa están alarmados. La noticia se trata como si un sanguinario depredador se hubiera colado en una piscina llena de niños.

Los caimanes de la costa, siempre han estado en ese lugar y tengo la esperanza que siempre lo sigan estando. Sus hábitos son nocturnos, furtivos y recelosos de la presencia humana. Por eso se  han mantenido fuera de la mirada del observador poco atento.

Andrés Eloy Seijas, un especialista en estos reptiles, alguna vez me dijo que había contado numerosos caimanes en la generalmente abarrotada Bahía de Tucacas. Claro, los contó de noche cuando ya nadie andaba por allí. De día los caimanes están escondidos en los manglares refugiándose del calor y de los humanos, y solo salen de noche en busca de alimento. También me explicó que estos cocodrilos no tienen el grado de agresividad que tiene el caimán del Orinoco, y creía que  ese comportamiento, junto a sus hábitos nocturnos y cautelosos, les había salvado hasta cierto punto, del peligro de la extinción en el que está su primo llanero.

Realmente la noticia debería ser: ¡Alegrémonos aún hay caimanes en nuestras costas! Pero, hasta ahora esa sencilla explicación no le interesa divulgarla a ninguna autoridad de protección de nuestra biodiversidad. Quizás así se tranquilizaría a la población, lo que facilitaría resguardar a estos magníficos animales. También pudiera investigar cuál es la causa de que estos animales se estén dejando ver durante el día ¿quizás tendrá que ver con la sequía?

2. Sequía: Tenemos también desabastecimiento de lluvias, los embalses se secan y los racionamientos se acentúan, y se vuelven un riesgo grave de enfermedades y pérdida de productividad. Pero cada día la situación se agrava a medida que la falta de lluvias y el calor deseca los reservorios de agua y las familias ya no saben que más hacer para rendir la poca agua que pueden almacenar. Por ahí dicen que la sarna prospera.

¡Es culpa de El Niño! claman a coro las autoridades. Pero lo cierto es que no tuvieron las capacidades técnicas,  ni la vergüenza de actuar cuando debían. El periodista Jeanfreddy Gutiérrez revisó la Memoria y Cuenta del Ministerio de Ecosocialismo y encontró que todas las empresas hidrológicas reportan un muy bajo cumplimiento en las obras que debían implementar para mejorar los servicios de suministro de agua potable a la población. De esas deficiencias culpan a la falta de materiales, equipos, deficiencias de las  contratistas por los retrasos y paralización de obras. No hay niño envuelto en esas sábanas.

Y ahora que la sequía aprieta, no tienen planes para superar la emergencia. Tal vez nos convoquen a salir todos a la calle a cantar en coro: ¡Que llueva, que llueva, la vieja está en la cueva…!

Pero las invocaciones parece que hasta ahora no funcionan y hasta el aire se seca y llena de humo: Lo llaman calima.

3. Calima: Los caraqueños están alarmados. Desde hace varios días la atmósfera del valle se espesa con una bruma gris de olor repulsivo, que irrita los ojos y esconde a nuestra montaña.

Los medios de comunicación rastrean posibles especialistas para preguntarle ¿Qué es eso? ¿Por qué ocurre? ¿Cuáles son sus consecuencias?

Los que saben dicen que la calima o calina es un fenómeno meteorológico que ocurre cuando el vapor de agua en la atmósfera se mezcla con polvo, hollín y otras partículas. En Caracas es un fenómeno estacional que aparece en el período de sequía, cuando la falta de precipitaciones permite que se mantengan las partículas suspendidas en la atmósfera por largos períodos de tiempo. El INAMEH predice que estará presente hasta que aparezcan las lluvias.

Pero nadie confiesa que en este país no se tienen los medios para medir la contaminación. Lo que permitiría, como en otros países, generar políticas de control y alertas que permitan salvaguardar la salud de las personas. Claro, tampoco hablan que una de las principales causas de contaminación atmosférica en esta época del año es el humo proveniente de los incendios de vegetación.

4. Incendios de vegetación: La alarma cunde entre muchos ambientalistas: ¡Nuestros parques nacionales están ardiendo!

Y no es que estos siniestros sean una novedad en Venezuela, ni que los parques nacionales se hayan librado del fuego en años previos. Lo que asombra e indigna, es el estado de precariedad casi absoluta en que se encuentran los combatientes de incendios. Poco personal, sin equipos, ni medios de transporte, alimento ni agua. En algunos casos se ha tenido que recurrir a la solidaridad ciudadana para recoger algunos insumos mínimos para apoyar su acción. Cuando la presión ciudadana aumenta aparecen algunos apoyos tardíos e insuficientes.

Nadie habla de aviones cisterna, helicópteros, ni vehículos para movilizar al personal. Los que se mostraron en años anteriores ¿dónde estarán? ¿En qué emergencia estarán siendo usados?

Los bomberos forestales a pesar de su titánico esfuerzo y el grave riesgo a que están expuestas sus vidas se convirtieron en meros testigos de la destrucción de nuestro patrimonio biológico. Quizás estén presenciando el principio del fin de nuestros parques nacionales.

5. Parques Nacionales. En Venezuela los parques nacionales se convirtieron en meros destinos turísticos en la mente de algunas autoridades. “Cheverito”, en su momento fue el vocero de la llamada a “aprovechar” nuestras maravillas naturales. Se promovió un turismo “social” que en la práctica es sinónimo de recreación masiva y que no tiene nada que ver, ni le importa que estos espacios estén protegidos por la Constitución y las leyes nacionales supuestamente para salvaguardar sus riquezas biológicas, hídricas y paisajísticas.

La idea quizás es que si todos estamos gozando, no veremos la corrupción, negligencia, incapacidad, los negocios ilícitos y la privatización obscena de nuestros parques nacionales.

Pero el silencio oficial se hace mayor cuando se oculta maliciosamente la relación entre la conservación de los parques nacionales y el Guri.

6. Guri: Es el nombre popular que se le da a la Central Hidroeléctrica Simón Bolívar, la cual contribuye con cerca de 70% de la producción eléctrica nacional. Es el que usa un ministro para medir las horas que faltan para el colapso eléctrico nacional. Por supuesto la culpa será de El Niño.

Nadie saldrá a decir que una parte del problema tiene que ver con la destrucción de la cuenca del río Caroní que alimenta ese complejo generador hidroeléctrico.

Es que es feo hablar de la política criminal de abandono, impunidad y complicidad con las mafias del oro que destruyen a la Guayana venezolana. Mucho menos que exista minería incluso dentro del Parque Nacional Canaima. Pero nada de esto  parece preocuparle a unas autoridades ambientales que son como Shakira “Bruta, ciega, sordomuda / Torpe, traste y testaruda… “

A fin de cuentas a quién le importa esa zona llena de mosquitos, malaria y mineros criminales y criminalizados. Lo único que importa son unas onzas de oro en el bolsillo adecuado.

Pero recientemente ya no se habla de onzas, sino de toneladas de oro, coltán, diamantes y otros minerales lo que les ponen los ojos vidriosos a muchos miembros del gabinete ministerial.

Nadie quiere hablar de daños ambientales producto de la minería a gran escala. Además alertar sobre eso es “neoliberal” (el diputado Carreño dixit). Y hablando de neoliberalismos, ya algunos sueñan con verse como flechas lanzadas bien lejos de esta tierra, pero con la botija llena, por un enorme “Arco Minero”.

7. Arco Minero: Proyecto que hizo abjurar al gobierno de sus principios “ecosocialistas”. Los mismos con que dijeron defender nuestro territorio y riquezas naturales de todos los enemigos de la patria: las empresas capitalistas mineras.

Y ahora que fueron olvidadas por el gobierno esas tonterías ideológicas, serán 150 empresas, la mayoría extranjeras, las que tendrán a su cargo devastar a fondo 12% del territorio nacional. Eso sin olvidar a las que fueron expulsadas del país por el presidente Chávez debido a la destrucción ambiental que generaban. Al menos eso dijo la ex ministra Osorio, que estuvo en esos andares.

De lo que no se habla es de cumplimiento de normas constitucionales y legales. Sobre eso únicamente existe un enorme silencio.

8. (El) Silencio: Urbanización en el centro de Caracas donde fueron construidas las torres gemelas del Centro Simón Bolívar, uno de los símbolos de la modernidad caraqueña y sede del Ministerio de la Hipocresía y Mutismo (por alguna gente llamado de Ecosocialismo y Aguas).

Ministerio creado para supuestamente ser el puntal ético del llamado Ecosocialismo. Pero luego de apenas un año es solamente un cascarón vacío sin voz, ni acción, ni moral. Un eterno ausente de todas las decisiones relacionadas con el ambiente que se hacen en el país. Que solo quedó para el triste papel de administrador del racionamiento de agua.

Al final de todo, una institución construida para acompañar la destrucción ambiental de Venezuela con su silencio cómplice.

martes, 22 de marzo de 2016

Caracas sin agua | un cuento de Gabriel García Márquez

Fuente original de Plaza Venezuela, Caracas
(el conjunto escultórico central actualmente se encuentra en el parque Los Caobos)


Siendo hoy 22 de marzo Día Mundial del Agua, quiero compartir con ustedes un extraordinario cuento, escrito en forma de crónica periodística por Gabriel García Márquez publicado en el año 1958 en la revista "Momento". No sé si ese año hubo una situación grave en materia de agua, sí que fue año de “Niño”. Lo que si estoy seguro es que luego de 58 años nuestra situación sigue siendo tan precaria como la que contó de manera magistral el Gabo.

Tengo la esperanza que en poco tiempo en Venezuela tengamos autoridades verdaderamente competentes que se tomen en serio el trabajo de hacer gestión hídrica integral, que entiendan que los fenómenos meteorológicos son parte normal de la variabilidad ambiental de nuestro planeta y que el cambio climático es una amenaza verdadera y no un tema para jugar a la guerra fría.

Y tan importante como lo anterior que podamos comprender que también es nuestra conciencia y responsabilidad, tal como varias veces nos interpela García Márquez en su casi premonitoria narración.


Caracas sin agua - Gabriel García Márquez


Después de escuchar el boletín radial de las 7 de la mañana, Samuel Burkart, un ingeniero alemán que vivía solo en un pent-house de la avenida Caracas, en San Bernardino, fue al abasto de la esquina a comprar una botella de agua mineral para afeitarse. Era el 6 de junio de 1958. Al contrario de lo que ocurría siempre desde cuando Samuel Burkart llegó a Caracas, 10 años antes, aquella mañana de lunes parecía mortalmente tranquila. De la cercana avenida Urdaneta no llegaba el ruido de los automóviles ni el estampido de las motonetas. Caracas parecía una ciudad fantasma. El calor abrasante de los últimos días había cedido un poco, pero en el cielo alto, de un azul denso, no se movía una sola nube. En los jardines de las quintas, en el islote de la Plaza de la Estrella, los arbustos estaban muertos. Los árboles de las avenidas, de ordinario cubiertos de flores rojas y amarillas en esa época del año, extendían hacia el cielo sus ramazones peladas.

Samuel Burkart tuvo que hacer cola en el abasto para ser atendido por los dos comerciantes portugueses que hablaban con la clientela de un mismo tema, el tema único de los últimos cuarenta días que esa mañana había estallado en la radio y en los periódicos como una explosión dramática: el agua se había agotado en Caracas. La noche anterior se habían anunciado las drásticas restricciones impuestas por el INOS a los últimos 100.000 metros cúbicos almacenados en el dique de La Mariposa. A partir de esa mañana, como consecuencia del verano más intenso que había padecido Caracas después de 79 años, había sido suspendido el suministro de agua. Las últimas reservas se destinaban a los servicios estrictamente esenciales. El gobierno estaba tomando desde hacía 24 horas disposiciones de extrema urgencia para evitar que la población pereciera víctima de la sed. Para garantizar el orden público se habían tomado medidas de emergencia que las brigadas cívicas constituidas por estudiantes y profesionales se encargarían de hacer cumplir.

Las ediciones de los periódicos reducidas a cuatro páginas, estaban destinadas a divulgar las instrucciones oficiales a la población civil sobre la manera como debía proceder para superar la crisis y evitar el pánico.

A Burkart no se le había ocurrido una cosa: sus vecinos tuvieron que preparar el café con agua mineral, le anunció que la venta de jugos de frutas y gaseosas estaba racionada por orden de las autoridades. Cada cliente tenía derecho a una cuota límite de una lata de jugo de fruta y una gaseosa por día, hasta nueva orden. Burkart compró una lata de jugo de naranja y se decidió por una botella de limonada para afeitarse. Sólo cuando fue a hacerlo descubrió que la limonada corta el jabón y no produce espuma. De manera que declaró definitivamente el estado de emergencia y se afeitó con jugo de duraznos.

Primer anuncio de cataclismo: Una señora riega el jardín Con su cerebro alemán perfectamente cuadriculado y sus experiencias de guerra, Samuel Burkart sabía calcular con la debida anticipación el alcance de una noticia. Eso era lo que había hecho, tres meses antes, exactamente el 26 de marzo, cuando leyó en un periódico la siguiente información: “En La Mariposa sólo queda agua para 16 días”.

La capacidad normal del dique de La Mariposa, que surte de agua a Caracas es de 9.500.000 metros cúbicos. En esa fecha a pesar de las reiteradas recomendaciones del INOS para que se economizara el agua, las reservas estaban reducidas a 5.221.854 metros cúbicos. Un meteorólogo declaró a la prensa, en una entrevista no oficial que no llovería antes de junio. Pocas semanas después el suministro de agua se redujo a una cuota que era ya inquietante, a pesar de que la población no le dio la debida importancia: 130.000 metros cúbicos diarios.

Al dirigirse a su trabajo, Samuel Burkart saludaba a una vecina que se sentaba en su jardín desde las 8 de la mañana a regar la hierba. En cierta ocasión le habló de la necesidad de economizar agua. Ella, embutida en una bata de seda con flores rojas, se encogió de hombros. “Son mentiras de los periódicos para meter miedo —replicó—. Mientras haya agua yo regaré mis flores.” El alemán pensó que debía dar cuenta a la policía, como lo hubiera hecho en su país, pero no se atrevió porque pensaba que la mentalidad de los venezolanos era completamente distinta de la suya. A él también le había llamado la atención que las monedas en Venezuela son las únicas que no tienen escrito su valor y pensaba que aquello podía obedecer a una lógica inaccesible para un alemán. Se convenció de eso cuando advirtió que algunas fuentes públicas, aunque no las más importantes, seguían funcionando cuando los periódicos anunciaron, en abril, que las reservas de agua descendían a razón de 150.000 metros cúbicos cada 24 horas. Una semana después se anunció que se estaban produciendo chaparrones artificiales en las cabeceras del Tuy —la fuente vital de Caracas— y que eso había ocasionado un cierto optimismo en las autoridades. Pero a fines de abril no había llovido. Los barrios pobres quedaron sin agua. En los barrios residenciales se restringió el agua a una hora por día. En su oficina, como no tenía nada que hacer, Samuel Burkart utilizó su regla de cálculo para descubrir que si las cosas seguían como hasta entonces habría agua hasta el 22 de mayo. Se equivocó, tal vez por un error en los datos publicados en los periódicos. A fines de mayo el agua seguía restringida, pero algunas amas de casa insistían en regar sus matas. Incluso en un jardín, escondido entre los arbustos, vio una fuente minúscula, abierta durante la hora en que se suministraba el agua. En el mismo edificio donde él vivía, una señora se vanagloriaba de no haber prescindido de su baño diario en ningún momento. Todas las mañanas recogía agua en todos los recipientes disponibles. Ahora, intempestivamente, a pesar de que había sido anunciada con la debida anticipación, la noticia estallaba a todo lo ancho de los periódicos. Las reservas de La Mariposa alcanzaban para 24 horas. Burkart que tenía el complejo de la afeitada diaria, no pudo lavarse ni siquiera los dientes. Se dirigió a la oficina, pensando que tal vez en ningún momento de la guerra, ni aun cuando participó en la retirada del AfricaKorp, en pleno desierto, se había sentido de tal modo amenazado por la sed.

En las calles, las ratas mueren de sed. El gobierno pide serenidad.

Por primera vez en 10 años, Burkart se dirigió a pie a su oficina, situada a pocos pasos del Ministerio de Comunicaciones. No se atrevió a utilizar su automóvil por temor a que se recalentara. No todos los habitantes de Caracas fueron tan precavidos. En la primera bomba de gasolina que encontró había una cola de automóviles y un grupo de conductores vociferantes, discutiendo con el propietario. Habían llenado sus tanques de gasolina con la esperanza que se les suministrara agua como en los tiempos normales. Pero no había nada que hacer. Sencillamente no había agua para los automóviles. La avenida Urdaneta estaba desconocida: no más de 10 vehículos a las 9 de la mañana. En el centro de la calle, había unos automóviles recalentados, abandonados por los propietarios. Los bares y restaurantes no abrieron sus puertas. Colgaron un letrero en las cortinas metálicas: “Cerrado por falta de agua”. Esa mañana se había anunciado que los autobuses prestarían un servicio regular en las horas de mayor congestión. En los paraderos, las colas tenían varias cuadras desde las 7 de la mañana. El resto de la avenida un aspecto normal, con sus aceras, pero en los edificios no se trabajaba: todo el mundo estaba en las ventanas. Burkart preguntó a un compañero de oficina, venezolano, qué hacía toda la gente en las ventanas, y él le respondió:

—Están viendo la falta de agua.

A las 12, el calor se desplomó sobre Caracas. Sólo entonces empezó la inquietud. Durante toda la mañana, camiones del INOS con capacidad hasta para 20.000 litros repartieron agua en los barrios residenciales. Con el acondicionamiento de los camiones cisternas de las compañías petroleras, se dispuso de 300 vehículos para transportar agua hasta la capital. Cada uno de ellos, según cálculos oficiales, podía hacer hasta 7 viajes al día. Pero un inconveniente imprevisto obstaculizó los proyectos: las vías de acceso se congestionaron desde las 10 de la mañana. La población sedienta, especialmente en los barrios pobres, se precipitó sobre los vehículos cisternas y fue preciso la intervención de la fuerza pública para restablecer el orden. Los habitantes de los cerros, desesperados, seguros de que los camiones de abastecimiento no podían llegar hasta sus casas, descendieron en busca de agua. Las camionetas de las brigadas universitarias, provistas de altoparlantes, lograron evitar el agua. A las 12.30 el Presidente de la Junta de Gobierno, a través de la Radio Nacional, la única cuyos programas no habían sido limitados, pidió serenidad a la población, en un discurso de 4 minutos. En seguida, en intervenciones muy breves, hablaron los dirigentes políticos, un representante del Frente Universitario y el Presidente de la Junta Patriótica. Burkart, que había presenciado la revolución popular contra Pérez Jiménez, cinco meses antes, tenía una experiencia: el pueblo de Caracas es notablemente disciplinado. Sobre todo, es muy sensible a las campañas coordinadas de radio, prensa, televisión y volantes. No le cabía la menor duda de que ese pueblo sabría responder también a aquella emergencia. Por eso lo único que le preocupaba en ese momento era su sed. Descendió por las escaleras del viejo edificio donde estaba situada su oficina y en el descanso encontró una rata muerta. No le dio ninguna importancia. Pero esa tarde cuando subió al balcón de su casa a tomar fresco después de haber consumido un litro de agua que le suministró el camión cisterna que pasó por su casa a las 2, vio un tumulto en la Plaza de la Estrella. Los curiosos asistían a un espectáculo terrible: de todas las casas, salían animales enloquecidos por la sed.

Gatos, perros, ratones, salían a la calle en busca de alivio para sus gargantas resecas. Esa noche a las 10, se impuso el toque de queda. En el silencio de la noche ardiente sólo se escuchaba el ruido de los camiones del aseo, prestando un servicio extraordinario: primero en las calles y luego en el interior de las casas, se recogían los cadáver de los animales muertos de sed.

Huyendo hacia Los Teques. Una multitud muere de insolación.

48 horas después de que la sequía llegó a su punto culminante, la ciudad quedó completamente paralizada. El gobierno de los Estados Unidos envió, desde Panamá, un convoy de aviones cargados con tambores de agua. Las Fuerzas Aéreas Venezolanas y las compañías comerciales, que prestan servicio en el país, sustituyeron sus actividades normales por un servicio extraordinario de transporte de agua. Los aeródromos de Maiquetía y La Carlota fueron cerrados al tráfico internacional y destinados exclusivamente a esa operación de emergencia. Pero cuando se logró organizar la distribución urbana, el 30% del agua transportada se había evaporado a causa del calor intenso. En las Mercedes y en Sabana Grande, la policía incautó, el 7 de junio en la noche, varios camiones piratas, que llegaron a vender clandestinamente el litro de agua hasta a 20 bolívares. En San Agustín del Sur, el pueblo dio cuenta de otros dos camiones piratas, y repartió su contenido, dentro de un orden ejemplar, entre la población infantil. Gracias a la disciplina y el sentido de solidaridad del pueblo, en la noche del 8 de junio no se había registrado ninguna víctima de la sed. Pero desde el atardecer, un olor penetrante invadió las calles de la ciudad. Al anochecer, el olor se había hecho insoportable. Samuel Burkart descendió a la esquina con la botella vacía, a las 8 de la noche, e hizo una ordenada cola de media hora para recibir su litro de agua de un camión cisterna conducido por boy-scouts. Observó un detalle: sus vecinos, que hasta entonces habían tomado las cosas un poco a la ligera, que habían procurado convertir la crisis en una especie de carnaval, empezaban a alarmarse seriamente. En especial a causa de los rumores. A partir de mediodía, al mismo tiempo que el mal olor, una ola de rumores alarmistas se habían extendido por todo el sector. Se decía que a causa de la terrible sequedad, los cerros vecinos, los parques de Caracas, comenzaban a incendiarse. No habría nada que hacer cuando se desencadenara el fuego. El cuerpo de bomberos no dispondría de medios para combatirlo. Al día siguiente, según anuncio de la Radio Nacional, no circularían periódicos. Como las emisoras de radio habían suspendido sus emisiones y sólo podían escucharse tres boletines diarios de la Radio Nacional, la ciudad estaba, en cierta manera, a merced de los rumores. Se transmitían por teléfono y en la mayoría de los casos eran mensajes anónimos. Burkart había oído decir esa tarde que familias enteras estaban abandonando a Caracas. Como no había medios de transporte el éxodo se intentaba a pie, en especial hacia Maracay. Un rumor aseguraba que esa tarde, en la vieja carretera de Los Teques, una muchedumbre empavorecida que trataba de huir de Caracas había sucumbido a la insolación. Los cadáveres expuestos al aire libre, se decía, eran el origen del mal olor. Burkart encontraba exagerada aquella explicación, pero advirtió que, por lo menos en su sector, había un principio de pánico.

Una camioneta del Frente Estudiantil se detuvo junto al camión cisterna. Los curiosos se precipitaron hacia ella, ansiosos de confirmar los rumores. Un estudiante subió a la capota y ofreció responder, por turnos, a todas las preguntas. Según él, la noticia de la muchedumbre muerta en la carretera de Los Teques era absolutamente falsa. Además, era absurdo pensar que ese fuera el origen de los malos olores. Los cadáveres no podían descomponerse hasta ese grado en cuatro o cinco horas. Se aseguró que los bosques y parques estaban colaborando en una forma heroica y que dentro de pocas horas llegaría a Caracas, procedente de todo el país, una cantidad de agua suficiente para garantizar la higiene. Se rogó transmitir por teléfono estas noticias, con la advertencia de que los rumores alarmantes eran sembrados por elementos perezjimenistas.

En el silencio total, falta un minuto para la hora cero.

Samuel Burkart regresó a su casa con un litro de agua a las 6.45, con el propósito de escuchar el boletín de la Radio Nacional, a las 7. Encontró en su camino a la vecina que, en abril, aún regaba las flores de su jardín. Estaba indignada contra el INOS, por no haber previsto aquella situación. Burkart pensó que la irresponsabilidad de su vecina no tenía límites.

—La culpa es de la gente como usted, dijo, indignado. El INOS pidió a tiempo que se economizara el agua. Usted no hizo caso. Ahora estamos pagando las consecuencias.

El boletín de la Radio Nacional se limitó a repetir las informaciones suministradas por los estudiantes. Burkart comprendió que la situación estaba llegando a su punto crítico. A pesar de que las autoridades trataban de evitar la desmoralización, era evidente que el estado de cosas no era tan tranquilizador como lo presentaban las autoridades. Se ignoraba un aspecto importante: la economía. La ciudad estaba totalmente paralizada. El abastecimiento había sido limitado y en las próximas horas faltarían los alimentos. Sorprendida por la crisis, la población no disponía de dinero efectivo. Los almacenes, las empresas, los bancos, estaban cerrados. Los abastos de los barrios empezaban a cerrar sus puertas a falta de surtido: las existencias habían sido agotadas. Cuando Burkart cerró el radio comprendió que Caracas estaba llegando a su hora cero.


En el silencio mortal de las 9 de la noche, el calor subió a un grado insoportable, Burkart abrió puertas y ventanas pero se sintió asfixiado por la sequedad de la atmósfera y por el olor, cada vez más penetrante. Calculó minuciosamente su litro de agua y reservó cinco centímetros cúbicos para afeitarse el día siguiente. Para él, ese era el problema más importante: la afeitada diaria. La sed producida por los alimentos secos empezaba a hacer estragos en su organismo. Había prescindido, por recomendación de la Radio Nacional de los alimentos salados. Pero estaba seguro de que el día siguiente su organismo empezaría a dar síntomas de desfallecimiento. Se desnudó por completo, tomó un sorbo de agua y se acostó boca abajo en la cama ardiente, sintiendo en los oídos la profunda palpitación del silencio. A veces, muy remota, la sirena de una ambulancia rasgaba el sopor del toque de queda. Burkart cerró los ojos y soñó que entraba en el puerto de Hamburgo, en un barco negro, con una franja blanca pintada en la borda, con pintura luminosa. Cuando el barco atracaba, oyó, lejana, la gritería de los muelles. Entonces despertó sobresaltado. Sintió, en todos los pisos del edificio, un tropel humano que se precipitaba hacia la calle. Una ráfaga cargada de agua tibia y pura, penetró por su ventana. Necesitó varios segundos para darse cuenta de lo que pasaba: llovía a chorros